Las memorias son tan importantes en el lapso de nuestra vida, que creemos que debemos honrarlas con el apego a las posesiones. Recordar el momento, la persona, el sentimiento experimentado, hace que establezcamos lazos afectivos con las cosas; suponemos que si el objeto faltara, el vínculo y el recuerdo se desvanecerían por completo. Usamos de gatillo emocional a los objetos, para rememorar lo sucedido. Inclusive, hay cosas que nos vinculan con momentos o sentimientos dolorosos y desagradables, ni por eso, las dejamos partir. Hay que entender que las memorias son más importantes que las cosas.
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¿Debemos tirar a la basura las cosas entonces?
Claro que no. A mi no me gusta apegarme demasiado a las cosas materiales, es una historia de vida la que he vivido, que me ha llevado a forjar en mi mente, que lo que realmente atesoro es lo que está en mi cabeza. No quiero decir que la vida deba ser exenta de pertenencias; aunque me agrade el minimalismo como forma de vida, entiendo que vivimos en un mundo que requiere de cosas para vivir en confort, para hacer nuestro trabajo, para tener oportunidades.
Mi pensamiento va en la dirección, de que debemos considerar que un objeto tiene un valor por su funcionalidad, por su belleza o por el vínculo emocional que le determinamos. Pero que aún con esas cualidades, no es nada mas allá que una cosa. Por mucho que te recuerde a la abuela, al primer amor, al momento más feliz en tu vida, inclusive, al día que desearías no haber vivido nunca; una vasija, un carta, una fotografía, es materia que no cuenta con espíritu o valor sentimental; eres tú quien dispone que lo tenga, tu eres quien le da ese valor de moneda de cambio emocional. Entender esto, permite que aceptes partir de tus cosas, dejarlas ir llegado el momento, ya sea por voluntad o porque el paso del tiempo o sus circunstancias deterioran su estado.
Puedes guardar cierto luto por tu objeto favorito, ese que se rompió, ese que se robaron, ese que perdiste. Los seres humanos penamos por tantas cosas, supongo que un poco de tristeza por las cosas no puede ser mala, siempre y cuando sirva de catarsis para dejar ir el apego. Después de ese momento pequeño, debes ponerte en pie de nuevo, apreciar que aún sin la materia, el recuerdo lo conservarás en tu mente, especialmente aquellos sentimientos gratos, bellos, reconfortantes. Por el contrario, los sentimientos de tristeza, de dolor y rabia, al no tener ya una manifestación física, conseguirán taimarse, apaciguarse y con mayor facilidad, desaparecerán, dejando tras de sí, solo experiencia y deseos de estirarse para alcanzar los rayos del sol.
El artículo “Las memorias son más importantes que las cosas” escrito por Nacho Eguiarte apareció publicado primeramente en NACHOrganiza Blog de Organización Profesional en Español.