Los cambios suelen ser de lo más terrorífico que hay, el aventurarse a algo nuevo siempre es angustiante porque como seres humanos que buscamos un equilibrio y cierto nivel de confortable existencia, saber que no tenemos control de las cosas que se suceden deriva en estrés con el que muchos o quizá la mayoría no está dispuesto a lidiar. Hablaba anteriormente que es uno de los dos componentes que propician conductas nocivas en la organización del individuo. Como el aspecto traumático prefiero dejarlo a los expertos del tema me enfoco más a lo que todos creo yo sin excepción experimentamos una o varias veces a lo largo de nuestra existencia.


© Nacho Eguiarte / NACHOrganiza

Cuando un individuo muestra miedo al cambio, es debido por lo general al mucho énfasis que da la sociedad moderna en la que vivimos al éxito, especialmente económico, por ende a la degradación de aquellos que no alcanzan a cubrir los estándares más altos impuestos por quién sabe quién. Esta sociedad tiene fijación en la cabeza y la cola mientras deja el torso del monstruo que es la vida misma en una especie de zona en penumbra mas bien desapercibida; se convierte en la zona de confort.

Muchos al alcanzar ese punto están tan aterrorizados por caer al fondo que prefieren quedarse en medio en lugar de arriesgarse a dar el salto a la cima y despeñarse en el intento. El cambio pues se vuelve un tema tabú, pues es mejor quedarse como estamos a perdernos en el cambio. Si bien la gente que nos mira sigue y repite el mismo patrón de juicios de conducta, es más importante derogar esas ideas absurdas sobre el éxito. Se es exitoso solo en la medida que gozamos nuestra vida, por lo que se puede ser exitoso sin tener un peso en la bolsa, sin ser el más renombrado profesionista, sin poseer un solo clavo. Aquí viene perfecto el dicho aquel que no importa lo que tenemos sino cuanto disfrutamos lo que tenemos.

¿El cambio es malo entonces por eso debo quedarme donde estoy? El punto no es que el cambio sea malo, el punto es que es malo porque la mayoría de las veces nos convencemos de que estamos bien sin cambiar y en el fondo permanece inconfesable el hecho de que no nos sentimos bien estando donde estamos o siendo como somos.  Remediar las cosas es más sencillo de lo que parece, el cambio debemos afrontarlo, debemos renovarnos constantemente, pero por las razones adecuadas, debemos cambiar porque necesitamos ser dinámicos no porque debemos complacer a los miles de espectadores que esperan que caigamos al fondo del agujero. Si por algo caemos en el hoyo sabemos que solo hay un camino y ese es para arriba.

Debes dejar entonces las expectativas para ti mismo no para los demás. Debes guiarte siempre por tus estándares de éxito no por los impuestos por otros. El cambio es un ejercicio personal e individual con resultados hechos a la medida de quién lo intenta, no te dejes engañar, tu vida la vives para ti mismo no para otros. En el momento que seas capaz de entender que el éxito radica en el disfrute de la vida y no en los aspectos materiales de esta, dejarás de preocuparte por la presión que ejercen los mirones ocupándote en satisfacer tus propias aspiraciones.