¿Cuántas veces has visto personas desordenadas y las has juzgado? ¿Cuántas veces tú misma te has sentido juzgada por tu desorden? Veamos 3 mitos acerca del tema.
Es muy sencillo juzgar, de hecho, parece que juzgar se convierte en un deporte, en una ocupación cotidiana, en un pasatiempo carente de empatía. Vamos en este caso a derrocar 3 mitos que existen sobre las personas desordenadas. Se piensa comúnmente que las personas desordenadas son flojas, son sucias y no les importa ni su entorno o las personas que les rodean. Sin generalizar ni a favor, ni en contra, puedo decirte que hay mucho más atrás de ese comportamiento de lo que creemos. Es necesario dejar de juzgar para poder observar y después entender.
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Las Personas Desordenadas Son Flojas.
En apariencia una persona que carece de orden en su entorno, podría ser tomada por floja, pero no necesariamente es así. Debemos recordar que la organización es una habilidad, hay gente que tiene esa habilidad desarrollada y hay gente que no. No podemos generalizar situaciones sin antes conocer las causas del desorden. En la mayoría de los casos las personas desordenadas son personas a las que no se les enseñaron habilidades de organización, personas a las que se les exige ser ordenadas pero que nadie se ha detenido a pensar si saben hacerlo o si han tenido el correcto entrenamiento. Esto es como aprender a nadar, unas personas les viene natural a otras les cuesta más trabajo aprender, pero al final, son práctica y dedicación se puede lograr el objetivo. Lo mismo pasa con la organización, es necesario para muchos, aprender métodos, elevar sus habilidades y conocer las herramientas necesarias para lograr un espacio ordenado.
Las Personas Desordenadas Son Sucias.
Desorden no es sinónimo de suciedad, destierra esa idea de tu cabeza. Muchas personas muy organizadas no son muy dadas a limpiar la casa, del mismo modo que mucha gente que es desordenada limpia con regularidad el hogar. Son dos cosas diferentes, si bien el desorden puede dificultar la limpieza del hogar, no siempre es así. Hay personas desordenadas que por su falta de habilidad para organizar viven en medio del caos, pero son conscientes de que la limpieza es importante para vivir en condiciones higiénicas; tal vez no ordenadas pero si higiénicas. Lo mismo va para personas que saben lo que tienen incluso dentro de su desorden. Conocen a la perfección dónde dejan todo aunque todo en apariencia esté desorganizado y sin un sistema lógico.
A Las Personas Desordenadas No Les Importa Nada.
No hay que confundirse, una cosa es que una persona no le importen sus circunstancias actuales y otra muy diferente es que nosotros percibamos la falta de organización como un síntoma de que nada les importa a las personas desordenadas. En muchas ocasiones, debido a los prejuicios o las falsas apreciaciones, las personas desordenadas tienden a retraerse de actividades sociales, de hecho, en muchos casos evitan tener invitados en casa. También es común que se desensibilicen, al tener de frente siempre en problema, la desorganización de la casa se vuelve tan presente que deja se ser notoria para ellos; es un poco como sucede con el olfato, la nariz se cansa después de un rato de oler el mismo aroma. Así pues es que su vista deja de poner atención al desorden; sigue presente es verdad, pero, está ausente de ser registrado. Tanto la insensibilización como el temor a ser ridiculizadas juzgadas duramente, envuelve a las personas desordenadas en un manto de dudas a la hora de buscar por ayuda. Aunado a que no cuentan con las habilidades pertinentes, cada intento de organizarse termina convirtiéndose en una frustración más.
[Tweet “No Dejes Que La Vergüenza Evite Que Busques Ayuda. Los Prejuicios No Sirven A La Hora De Organizarse”]
Derribar mitos sirve también para derrocar estigmas. Muchas personas desordenadas requieren ayuda, no saben por dónde comenzar, no saben cómo organizarse, pero al colgarles una etiqueta de flojas, sucias o que no les importa nada, suelen encontrarse con la piedra de la vergüenza en su camino. Dejemos de juzgar, seamos empáticos y comprensivos, al final de cuentas cada persona tienen una historia diferente que contar y razones por las que sus circunstancias actuales son las que padecen. Si tú necesitas de ayuda, no te avergüences de pedirla.
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