Vivimos en un mundo dominado por la publicidad. Esa publicidad nos invita a consumir, pues al final de cuentas es lo que hacemos los humanos, consumimos. En ciertas ocasiones, el impulso por adquirir cosas nos lleva a no tener autocontrol, no podemos resistir, los anuncios son tan coloridos, los protagonistas se ven tan felices y al cabo de un tiempo ya no necesitamos la publicidad, por si solos sentimos la necesidad de comprar para ser alguien y porque se supone que es lo que se espera de nosotros.
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En casos severos podemos llegar a saturar tarjeta de crédito, pues como de momento no contamos con el efectivo usamos el dinero plástico. En casos no tan severos, al menos no económicamente hablando, saturamos nuestros armarios, gabinetes y cajones con adquisiciones que en la mayoría de los casos no son indispensables. No pocos casos terminan en una frustración o depresión posterior a las compras. Yo te invito a que cada vez que vayas al supermercado, a una tienda departamental y hasta a la tiendita de la esquina te propongas no comprar aquello que no es necesario. Hay algunas cosas que puedes hacer con antelación para lograrlo.
Lista de compras. Nunca salgas de casa sin llevar una de estas, en papel, en el celular, aunque sea escrita en la mano, son tan importantes que con ellas evitas las compras por impulso. Ceñirte a la lista evita gastos imprevistos y te hace poner atención en la manera que gastas tu dinero y en la cantidad de cosas que traes de regreso a casa.
Dar dos vueltas a la tienda. No por fuera, la idea es que si vas de compras y traes una blusa y un pantalón camines por la tienda varios minutos, pensando que tan necesarios son estos. Mientras piensas, te habrás alejado del sitio donde los tomaste, ahora regresa hacia allá, al llegar de nuevo tendrás una decisión hecha, en caso positivo regresas a pagarlo en caso negativo los vuelves a colgar. Del mismo modo que la lista este ejercicio te hace prestar atención pues dejas que la adrenalina por comprar deje de fluir al dar tiempo a que la razón haga lo suyo.
Cuestionar la necesidad. Con o sin lista, con o sin caminata, siempre cuestiona que tanto requieres eso que quieres comprar. Tu vida será mejor, más sencilla, menos atribulada, tienes espacio para ponerlo, requiere cuidado especial, tienes dinero para costearlo, repercutirá en tu presupuesto del mes, todas son buenas preguntas para hacerte reflexionar en la necesidad de algo.
Pasado tu ejercicio de reflexión si lo que deseas adquirir es realmente una necesidad, adelante, pero siempre se consciente de tener lugar para alojarlo, sea que pertenezca a la despensa, el armario o el librero.
El artículo “Resístete a adquirir” escrito por Nacho Eguiarte apareció publicado primeramente en NACHOrganiza Blog de Organización Profesional en Español.