Prácticamente todo aquel que trabaje tiene uno o más episodios de estrés en el sitio laboral, derivado de diversas situaciones tales como cambios de estructura, falta de flujo de efectivo, nuevos compañeros, jefes intolerantes, lentitud de trámites, etc. No es raro que suceda, es menos raro tener control sobre esos sucesos, pero sobre lo que si podemos tener control es sobre el manejo del estrés provocado por dichos eventos. Yo mismo tengo un episodio de estrés acumulado en la oficina que viene dado por algunas decisiones que si bien no son de mi incumbencia terminan afectándonos a todos a la hora de trabajar. Por eso es bueno tener una noción de lo que podemos hacer para lidiar con el estrés laboral, ya que no es fácil eliminarlo.

Reestructura tus proyectos. Es importante que antes que nada se establezcan los parámetros a seguir con cada proyecto en manos, definir claramente tiempos de realización, usos de recursos materiales y humanos, puntualizar acciones a tomar. En caso de que dichos proyectos ya hayan sido delineados ir puliendo, modificando o dando marcha atrás en caso de ser necesario a lo largo de su realización, pues cada proyecto se torna en una especie de ser animado que cobra hasta cierto punto vida propia y requiere de cambios de perspectiva especialmente si no sentimos o palpamos avance alguno.

Establece límites. Se requiere tener límites para lo que hacemos, desde horarios, descansos, métodos de trabajo, cantidades del mismo, no te intimide decir no, aprende a usar ese vocablo, es preferible decir no al inicio y no ver como todo se colapsa por haber dicho que si. Se que esta parte no es sencilla pues todos los jefes quieren ver como sus subordinados se convierten en Superman y resuelven todo sin chistar; aclaremos, no somos superhéroes y al final de cuentas es solo un trabajo no una forma de vida, conocer y dar a conocer nuestras limitaciones puede evitar estrés innecesario y sobre todo situaciones embarazosas. Ahora el decir no implica decirlo de manera gentil y firme, no es motivo para entrar en conflicto.

Apégate a una agenda. Este punto es importantísimo, mucho del estrés laboral viene provocado por la falta de apego a una agenda, tener bien marcados los tiempos para cada parte del proceso es vital. Tratemos de evitar eso de que lo urgente va primero y después lo pendiente, si hacemos una priorización de trabajos y marcamos sus tiempos a cumplir podremos minimizar lo urgente a un porcentaje muy manejable de los casos.

Ejercita la comunicación. La comunicación es el instrumento más fácil, barato y efectivo a utilizar en el manejo del estrés. Debe haber una comunicación muy clara entre todas las partes involucradas en el juego laboral. Mientras no se ejercite la comunicación entre las partes no se podrá pretender un manejo sano de las cosas que provocan nuestro estrés, así que si eres de los que te da pena hablar o sientes que no tienes agallas para decir lo que piensas a tus jefes, piénsalo dos veces es mejor hablar que callar pues el que calla otorga.

Mantente saludable. Cada que notes síntomas de enfermedad, sea física, mental o emocional, haz una pausa, no menosprecies lo que tu cuerpo, mente y corazón te dicen, el hacerlo te puede llevar a situaciones donde tu integridad se comprometa. No por tener trabajo vas a perder la salud, pues al final lo que conseguirás es no tener trabajo ni salud y eso no está bien. Un empleo aunque sea tu propio negocio, no debe tener por cuota un precio tan alto que exija que renuncies a la salud, al menos yo no lo creo.

Apuntar a la excelencia. Este mantra va a hacerte recapacitar “Necesito aspirar a la excelencia más no a la perfección” Nadie en el mundo es perfecto, por eso mismo no tiene sentido aspirar a ello; puedes en cambio aspirar a la excelencia, que es hacer las cosas bien, a tiempo y a la primera. No te confundas, querer ser perfecto no paga tributos solo causa tristezas.

Como puedes ver, no hay nada misterioso sobre como manejar el estrés, lo que hay es una serie de pasos lógicos para no dejarnos llevar a ciegas a un desfiladero emocional y físico. Por último, cuando sientas que el agua llega a cuello respira muy hondo para que tu cuerpo se oxigene y pueda pensar mejor ante la adversidad, mejor aun empieza a respirar antes para que el agua no te llegue tan arriba.