Nunca he sido particularmente fanático de tener relojes, casi siempre he tenido uno o tal vez dos, uno para vestimenta diaria y otro muy barato que uso para hacer la talacha y los quehaceres. Por alguna razón en el último par de años y más con la recién pasada temporada navideña, me vinieron varios en forma de regalos, mismos que aprecio de corazón, lo que me llevo a tener un cajón del buró un poco congestionado por ellos. Cómo no estaba en el humor de comprar nada para organizarlos busqué un método sencillo para tenerlos en orden. Lo que hice fue tomar té.

He hablado en muchas ocasiones que para organizar solo necesitamos dos cosas, trabajo y creatividad. Si bien en el mercado hay muchas elementos que nos ayudan para organizar cosas de la casa, la vestimenta y demás; pero no es imperativo comprar nada para organizarnos. Mi comentario de tomar té para organizar los relojes viene de que, tenía en la alacena una caja de té de esas que vienen surtidas, solo mes restaban un par de sobres por consumir y al vaciar la caja para tirarla comprendí que me pedía ser otra cosa. Estas cajas están divididas por dentro con separadores de cartón y tenían una medida similar a la de un reloj, así que no tuve más que llevarla a mi buró y poner un o dos relojes en cada compartimiento. El resultado, mi cajón dejó de estar atiborrado y cada reloj dejó de ser maltratado innecesariamente por las mañanas al momento de tomarlos pues ya no se golpeaban entre sí.

Conforme crecen mis habilidades para organizar todo a mi alrededor, estoy adquiriendo el hábito de pensar en las posibilidades extras de las cosas comunes. Ya si no encuentro lo que necesito, lo fabrico o tengo aún el recurso de buscarlo y comprarlo en la sección especializada en organización de los almacenes del hogar. Pero el cerebro es tan maravilloso que busca pensar siempre fuera de los límites normales.

Se que a mi caja le falta darle el toque personal pero por el momento me gusta pensar que la hora del té tiene un significado un poco diferente para mi cajón.