Recién hable de una situación común y ahora lo aplico para que quede mas claro como uno de los pecados de organización, la complacencia o la incapacidad de decir no. Nos han educado a no ser egoístas, a ayudar al prójimo, a estar listos para darle una mano al necesitado, mas si se trata de un amigo o familiar. Ese sentido del deber se mezcla de manera muy peculiar con el deseo de complacer a la gente a nuestro alrededor, tal vez par ser notados, popular o considerados en el caso del ambiente laboral para una ascenso. Es completamente válido hacerlo pero siempre que este en el alcance de nuestras habilidades y posibilidades.

Como seres sociales que somos, es importante ese sentido de pertenencia, de no sentirnos aislados de nuestros semejantes. Dada esa circunstancia empezamos a estrechar más y más los límites de lo que podemos hacer, queremos ser notados, apreciados, celebrados por nuestro sentido de lealtad y compañerismo. Deseamos ser populares, el sujeto en quien los demás pueden confiar, se convierte entonces esto en una carrera alocada por silenciarnos a nosotros mismos tomando siempre la delantera y decimos que si a todo reto aun a sabiendas que en muchas ocasiones la tarea excede nuestras capacidades o nuestro tiempo disponible. Además ese ferviente deseo nos puede poner en una situación vulnerable ante alguien con pocos escrúpulos que solo utiliza nuestra disposición malentendida para su propio beneficio. Comprometemos nuestra sanidad emocional y autoestima dejándola fuera de nuestro alcance a merced de los demás bien intencionados o no.

Este pecado como pocos es importante atajarlo de manera directa y sin contemplaciones, fallar en el intento es conducirnos al pecado de la legación, de la que hablaremos después. Paso uno de la penitencia es dejar todo de lado por unos minutos, respirar hondo, mirarnos al espejo y repetirnos el enorme valor que tenemos por ser quienes somos, no importando la opinión que los demás puedan tener, favorable o no. Segundo paso es aprender a decir no con cortesía, cada que una tarea exceda nuestro propio tiempo o nuestras propias habilidades, si la gente tiene aprecio por nosotros entenderá y si no será mejor que pongas distancia de por medio. Si la complacencia se da en el ambiente laboral, debemos ser cautos y hacer entender a los colaboradores o superiores que podemos y que no podemos hacer, al final de cuentas no creo que ganar unos pesos valga tanto como para ponernos en segundo termino.