Efecto Diderot se conoce al fenómeno del que diera cuenta Denis Diderot, filósofo francés del movimiento de la Ilustración. El efecto trata de la espiral de consumo que provoca una posesión.

Efecto Diderot
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¿Por qué hablar de un efecto de tal antigüedad?

Al menos dos siglos y medio separan la observación del Efecto Diderot y nuestra era. Dos razones me vienen para escribirlo, pues hace poco tiempo leía sobre este efecto, el Efecto Propietario y el Principio del Vacío, de los cuales hablaré en las semanas siguiente. La primer razón es que lo encuentro fascinante y actual. La segunda, que estamos precisamente en el punto alto de la colina en la estación del consumo. Sí, ya empezamos el fin de semana con El Buen Fin, que nos pone en el humor de comprar sin cuartel. Los más holgados de cartera seguirán con el Black Friday. Para rematar, Navidad y luego Reyes vienen a rematar la bajada. Esa bajada feroz, fugaz y frenética que tiene penitencia en la cuesta de enero.

¿Qué es pues el Efecto Diderot?

Me he de apropiar de la historia del albornoz o bata de Diderot para decirlo. El filósofo en alguna de sus obras mencionó que un regalo que le habían hecho, un albornoz escarlata con capucha, fue la causa de su desdicha. No creas que odió el regalo, para nada. El se sintió emocionado con dicha prenda, y de hecho era tan hermosa que de repente, todo lo que lo rodeaba parecía no encajar con el estilo de su nuevo atavío. Así fue como decidió cambiar una silla por un cómodo sillón. Al sillón le siguieron otros objetos en la casa. Sin embargo de esa conducta sobrevino la inestabilidad. El dinero que tenía se hizo menos y eventualmente no tenía para pagar las cuentas. Así pues, lleno de deudas sobrevino la ruina. Todo por un albornoz escarlata.

No seas como Diderot

Diderot con sus escritos sobre el hecho, dio cuenta de que las cosas que poseemos se convierten en parte de nuestra identidad. En estas fechas marcadas por el consumo, que es más emocional que racional, no caigas en la espiral de las compras sin sentido. Cuestiónate:

  • ¿Me gusta o de verdad lo necesito?
  • ¿Tengo un lugar para ponerlo?
  • ¿Puedo costear su precio y su mantenimiento?
  • ¿Quiero uno igual solo porque otra persona lo tiene y yo no?
  • ¿Estoy siendo realista y racional acerca de la compra del objeto?
  • ¿Qué tengo que hacer, modificar o sacrificar para tenerlo?

La caída vertiginosa en la espiral provocada por el Efecto Diderot puede ser evitada con estos simples razonamientos. Cuando caemos en ella puede ser complicado revertir el daño, te lo digo yo como comprador compulsivo rehabilitado, créeme, no lo invento. Para cerrar te digo, Denis Diderot perdió todo su dinero comprando cosas que realmente no quería.