Con la cuarentena atestiguo que a todo incrédulo le llega su confirmación. No se trata ahora de dudar, se trata ahora de actuar.
Cuarentena no es vacación
Primero vamos a entender ahora que ya se ha hecho la declaratoria de emergencia sanitaria, hay que aceptarlo. Muchos vivían en un periodo de negación o incluso de shock con todas las noticias relativas al COVID-19 y sus efectos devastadores. Esto es real. De nosotros depende que las cosas se vayan apaciguando, que el latigazo no sea tan duro y que la cantidad de casos graves sea mínima. No es responsabilidad de las autoridades, no es responsabilidad del personal de salud, es responsabilidad de cada uno de nosotros. ¡Quédate en casa! Ese es el grito de guerra, mantra o tendencia, cómo prefieras verlo. Lo importante es hacer caso de la recomendación. Quiérete, quiere a los tuyos y protege a todos los demás. Y por lo que más quieras graba este mensaje en tu cerebro, ¡no estamos de vacaciones! Estamos en una situación de emergencia que para solucionarla necesita que tengamos la menor exposición con el exterior por varias semanas, de ser necesario salir que guardemos distancia con otras personas para minimizar los riesgos de contagio. Por favor #QuedateEnCasa
¿Locura en aislamiento?
*Aclaro que seré soez en magnitud en este apartado*
Aunque sientas que te llevan los mil demonios te voy a decir ¡tienes que conservar la cordura! Aquí te digo varias cosas que puedes hacer en cuarentena y que no tiene ninguna maldita complicación.
Usa el intelecto. Antes que nada, debemos aprender a usar el raciocinio. Vivir en un mundo en que la información llega a nosotros más rápido que un cobrador de Coppel, nos crea una responsabilidad que pocos afrontamos. Verifiquemos las fuentes, la procedencia y la veracidad de las notas, videos y chismes que nos comparten por redes sociales. Ya el otro día tuve que poner un estate quieto a uno de mis grupos de WhatsApp porque compartieron una nota sensacionalista sobre una vacuna. De haber sabido que eso me compraría las siguientes 9 horas de tranquilidad que tuve, lo hubiera hecho antes.
Fantasea con Mr. Darcy. Ya sé que este es un personaje muy específico (Orgullo y Prejuicio de Jane Austen), el caso es que puedes fantasear con cualquier personaje, situación o era usando la maravilla de la lectura. Ese libro que tiene capa tras capa de polvo acumulado y que has querido leer desde hace mucho. No lo hacías por falta de tiempo y ahora, tienes todo el tiempo para hacerlo.
Hínchate los ojos. Goza hasta que los globos oculares se pongan rojos y venosos, mira todas las temporadas de las series de tu preferencia o aquellas recomendaciones que te han hecho. Acompaña el enrojecimiento con llanto, risa, dolor de espalda y un poco de tortícolis por pasar horas y horas frente a la pantalla. Aprovecha tu suscripción a Amazon Prime, Claro Video, Cinépolis Klic o al mismísimo Netflix (que ya eliminará la pregunta aquella de “quieres continuar viendo”) Con tanto tiempo en interior puedes poner horarios para cosas ligeras, alimento para el espíritu y cuestionamiento filosófico.
Vomita tinta. Siéntete calamar y usa tus sentimientos, tus frustraciones, tus enojos y tus gozos. Transmítelos al papel, quizá termines teniendo tanto material y de tan buena calidad que publiquen tus sonetos, tu novela o tus disertaciones sobre lo desgraciada que es la vida.
Come hasta que ruedes. En esto soy experto y la verdad que ni necesito el pretexto de la cuarentena. Comer es un placer, también es un paliativo no muy sano a la ansiedad y la depresión. Incluso califica como compulsión en unos casos. Y si de adicciones hablamos está la de tragar pan como si no hubiera mañana. Culpable de todos los cargos. Come todo lo que quieras, solo que después no digas, estoy gordo, gorda o gorde (especialmente porque esta última palabra no existe). Puedes incluso salir de la zona de confort. Prepara con los mismo ingredientes nuevas recetas. Agrega una especia que nunca usaste antes para dar un giro leve a tus platillos.
Engánchate a la vigorexia. Zumba por acá y por allá, yoga en el tapete, pero no en el de la entrada, subirte a la bicicleta que servía para secar las toallas, sentadillas, lagartijas, subir incesable de planta baja a planta alta y viceversa. Ejercicios que puedes hacer desde casa. Te podrán ayudar a mejorar tu figura, mitigar la ansiedad y hacer penitencia por los pecados cometidos en el consejo anterior.
Despliega tus compulsiones. La de barrer con cepillo de dientes, la de fregar los trastes con agua serenada por la luna, la de trapear a rodilla, incluso la de planchar hasta los calzones. Tú decide que compulsión puedes potenciar con este encierro, nadie te va a cuestionar por haber perdido la cordura, al contrario, te van a alabar porque estás tratando de mantenerla con acciones que te tienen ocupada.
Maldice para ser feliz. Por si no lo sabes, maldecir ayuda a generar endorfinas y eso libera estrés y nos hace sentir mejor. Yo maldigo con singular alegría, solo que no lo dirijo a nadie. Mis maldiciones están encaminadas a sacar el estrés no a lastimar a nadie. Es catártico, es liberador, es una manera de sacar el vapor acumulado, especialmente en situaciones tensas como las que vivimos en cuarentena.
Disciplina de cuarentena
Si ya tuviste suficientes días de aplicar los consejos anteriores podemos pasar ahora a un aspecto más formal de este artículo. Es importante que tengamos una disciplina bien clara para dar estructura a nuestros días de aislamiento. ¿Qué pasa si no eres disciplinada? Empecemos a formar una estructura entonces. Usa de pretexto la cuarentena, como no tienes que salir, haz algo positivo encerrada en cuatro paredes.
Despertador. Nada llama a la disciplina como un despertador. Mantener un horario para dormir y uno para despertarse es vital para tener bien claro que la estructura es básica para sentirse en control.
Alimentos. La alimentación es base. Necesitamos mantenernos bien nutridos para no estar debilitados en nuestro sistema inmune. Buenos alimentos con horarios específicos sirven para dar continuidad a la estructura. Claro que podemos tener golosinas nada saludables, sin embargo, estas deben ser las menos sin olvidarnos de una dieta balanceada. Créeme esto me cuesta mucho a mi.
Ducha. Limpia las toxinas de tu cuerpo, además lo dota de energía porque una buena ducha sirve para restaurar completamente el estado anímico de cualquiera. Si tienes la oportunidad podrías usar algunas esencias para aromatizar tu experiencia. Recuerda que hay que ser cuidadosos con el desperdicio de agua.
Vestuario. Vestimos para trabajar y en mi opinión esto debe aplicar incluso cuando hacemos home office. No soy de la idea de trabajar en calzones en la sala de mi casa, incluso si nadie me mira. Hay que tener cierta actitud, eso lo podemos lograr con nuestra manera de vestir. Si no te apetece vestir como lo haces normalmente en la oficina con que vistas confortable y con cierta dignidad, se trata de elevar el espíritu, no adormecerlo.
Horarios. Hora para comer, hora para empezar a trabajar, hora para un receso, hora para terminar de trabajar. Nada puede ser más útil que estructurar las horas en que tenemos actividades, mucho más importante ahora que con facilidad podemos perder la noción del tiempo. Esa noción de tiempo no solo se refiere a las horas, también a los días. En un santiamén puedes pensar que es lunes y resulta que es jueves.
Límites. Límite a las actividades marcadas por horarios. Límite a la acción determinando lugares para realizar cosas que tienen que ver con familia, con trabajo y con descanso. No mezcles áreas para evitar confusiones. Límite a las personas dejándoles ver que hay momento para todo y que requieres tiempo para realizar diversas cosas en casa. Esto aplica para cada uno de los que viven en el mismo espacio.
¡Vaya que tenía tiempo de no escribir tan profusamente! Espero que este tren de pensamientos y opiniones no te caigan mal. Mi intención es crear consciencia del momento que vivimos. Incluso yo mismo tengo que entender que es un momento histórico y crucial para la humanidad. Hagamos lo que es nuestro deber, cuidarnos para cuidar a los demás. Somos una misma raza y es importante entenderlo, todos estamos en el mismo barco, si se hunde, nos vamos todos.
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