Comer es un placer, cocinar, parte del mismo placer. Para ser buen cocinero se necesita paciencia, creatividad y experimentación. Aunque seguir la receta al pie de la letra es el principio básico para aprender a cocinar, llega un momento en que uno aprende a hacerlo solo dándole un giro propio a cada preparación. La organización es muy similar. Los consejos de otros, sus recetas por llamarlas de algún modo, son directrices que sirven para orientación, pero no podemos pretender que se pueden seguir siempre tal cual. Son tantas y tan variadas las situaciones que requieren organización que escribir una receta para cada una sería ocioso.  Las razones y consejos para tal variedad las podemos resumir en unos cuantos rubros similares a los componentes de toda receta.

Ingredientes. Es la primera cosa a entender es que cada caso es particular, aún teniendo dos espacios exactamente iguales con la mis cantidad de cosas e igual desorden llamémosle ingredientes, no podemos resolver ambos sitios con la misma solución; hay un elemento que los diferencia, la persona. Cada sujeto tendrá necesidades diferentes, maneras de interactuar con las cosas y la habitación, por eso la solución hasta cierto punto debe ser hecha a medida.
Geografía. Para una receta según su origen, se requieren ingredientes de una localidad organizacionalmente hablando es lo mismo. Podemos resolver una solución en cuanto a función e individuo, pero los auxiliares para organizar y los sitios de almacenaje varían acorde a la geografía del individuo. Esta geografía se refiere a la región en parte pues no es lo mismo vivir en la costa que en la montaña, en la ciudad o en el campo. La otra geografía es inmediata, porque vivir en un condominio difiere radicalmente de vivir en una casa sola y también las circunstancias cambian según los metros cuadrados o el espacio inamovible como lo es propiamente la estructura de la morada.
Habilidades. Todo mundo puede gustar del pescado, pero no siempre las habilidades nos permiten realizar cualquier receta de pescado, pues hay algunas recetas que requieren un grado mayor de destreza. Esta la podemos conseguir con el constante practica. Entonces la organización requiere de habilidades; eso lo sabemos, esas habilidades son acordes a la magnitud del proyecto. Si es un primer proyecto de organización, pretender abarcar demasiado o hacerlo con una solución muy rebuscada aumenta las probabilidades de fallar en el primer intento, con ello el desinterés se hará presente y no intentaremos volver a organizar nada, porque nos resultará difícil y complicado.  Claro que si pareamos nuestra habilidad a la envergadura del proyecto, entonces es muy probable que tengamos la combinación ganadora.
Tiempo. En cocina el tiempo lo es todo; hay tiempo para comprar los insumos, para limpiarlos, prepararlos, cocinarlos y por último presentarlos en el plato. En organización es lo mismo, el tiempo disponible debe ser sensato con la tarea a realizar y las habilidades propias, así pues, a cierto habilidad y tamaño, la tarea requiere de equis minutos, horas o días para ser completada. Apresurar no ayuda dar más tiempo del necesario tampoco, todo debe tener su justa medida; mira al tiempo como un ingrediente más de la receta.
Cocinar la organización, por referir de un modo culinario a esta actividad, es del mismo modo un arte. Las recetas sirven como punto de partida, pero deben adecuarse a cada individuo, a sus gustos, habilidades, disposición, localización, espacios, etc. Ello por mencionar algunas variables; lo importante es tomar los ejemplos de cómo podemos llegar a un fin y definir un modo personal de conseguirlo. Todo eso se vuelve crítico en organización, de otro modo solo terminaremos al final de cada intento, estar sentados en el piso de la casa con una docena de proyectos comenzados y cero terminados; mención aparte del nivel de frustración.