Al principio yo mismo sentí que estas dos palabras no pueden ser parte de un plan de organización. No hay cabida o al menos no la había que mi mente pudiera conciliar dos ideas que son tan opuestas como parte de un mismo plan de acción para lograr productividad. He leído un artículo que hablaba de estos conceptos y de como la persona que exponía tal teoría se rehusaba a considerarse desordenado o abarrotador o desorganizado, pues alegaba que dentro de su “desorden” a la vista de otros sabía perfectamente que documentación tenía, a que correspondía y que curso en el proceso de trabajo llevaba. No podía más que menear y rascarme la cabeza en total negación. Pero entonces empezó a aparecer ante mí, los casos de gente conocida.

(Vía static.freepik.com)

Mi jefe por ejemplo es uno de esos casos. Un sujeto de tremendo carisma pero tan desorganizados, al menos en apariencia sobre los papeles de su escritorio. Siempre me ponía a ordenar todo como yo suponía que debía hacerlo, pues me horrorizaba la cantidad de torrecitas de Babel agrupadas en las cuatro esquinas de la mesa de trabajo. De repente me daba la oportunidad entre cosa y cosa para tomar la pila de papeles darle un vistazo rápido y relacionarla al proyecto en cuestión para luego ir corriendo con los papeles ya organizados y depositarlos en sus colgantes en los archiveros correspondientes. Terminaba pues de dejar todo tan limpio como espejo y libre de papelería que no debía estar donde estaba. La reacción de mi jefe siempre fue la misma, miraba con desapego la escena y decía que parecía la oficina de personas flojas (no con esas palabras pues usaba algo de lenguaje más colorido). Su idea de una oficina era ocupada y llena de gente trabajadora era aquella que tenía torres y torres de papeles porque esa era la medida para comprender que tanto trabajo se hacía y la importancia del mismo. Nunca he perdido la oportunidad de organizar todo a mi paso como el nunca ha perdido del todo la costumbre de dejar todo “organizado a su modo”.

Ciertamente no era una apariencia grata todo ese reguero de cosas en el escritorio, pero debo decir y aún me sorprende y le alabo que tiene una capacidad de repente increíble para nombrar aquellos documentos que estaban en la pila de cosas y saber su estatus dentro de un proceso productivo. Hoy día que tal vez he logrado que sea un poco menos desordenado ha perdido la habilidad de recordar todo eso.

Con ese ejemplo y otros, me fui percatando al terminar de leer el artículo que efectivamente hay gente que tiene la capacidad de caminar en el filo de la navaja de la organización, ser por un lado dispersos pero por otro muy organizados y productivos. La clave de esa cualidad es simple, aunque a al vista del mortal son papeles amontonados, se trata de papeles que ya fueron leídos, procesados y archivados mentalmente por lo que las pilas tienen un patrón válido. Si por el contrario ves a alguien que solo avienta los papeles sin procesarlos y sin patrón de apiñamiento, estás ante un sujeto que solo usa la excusa del archivo disperso para no organizar y esa persona por más que lo intente nunca será productiva ni explotará su capacidad al máximo posible.

Entonces y como todos los días se aprende algo, hoy he aprendido a identificar al flojo del disperso y entender que la organización viene en muchos y muy diversos envases.