Decisiones de todo tipo hacemos a diario, para organizar también las tomamos. La idea es empezar por decisiones fáciles para ponernos en marchar y lograr el objetivo de organizarnos.
Sé que me dirás “me cuesta trabajo organizarme” “es tan difícil decidirme que eliminar y que conservar”. Entiendo tus predicamentos y los encuentro válidos, pero se puede virar todo argumento y hacerlo positivo, la cosa es encontrar una manera sencilla y viable de hacer las cosas.
Decisiones Fáciles
Todos amamos lo fácil, lo sencillo, lo que no nos hace sudar. Algunas veces esas cosas que implican poco esfuerzo, suelen ser efímeras, más un espejismo que un oasis. Claro que podemos usarlo a nuestro favor, especialmente en la toma de decisiones. Elegir entre tirar una envoltura de caramelo y una prenda sucia es fácil, la prenda se lava y la volvemos a usar, la envoltura, bueno, la envoltura es basura. Con un principio así de claro y poderoso podemos empezar con nuestras decisiones. No trates de tomar en principio de cuentas, al hacer tu proyecto de organización la decisión de deshacerte del ropero Chipendale de la abuela, mejor elimina las prendas del guardarropa que pasaron de moda. O los platos despostillados tienen un menor valor de agrado que aquellos íntegros.
Entonces, hay que buscar esa decisión que no cuesta tomar, que no involucra un estrés emocional y que se puede dar en un panorama de tranquilidad y convencimiento de que estas acciones sumadas, aportarán una mejor calidad de vida al tener menos cosas y organizarlas con mayor facilidad. Es imperativo que la presión no se eleve durante la organización, para aumentar las probabilidades de éxito y minimizar frustraciones y retrocesos.
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Decisiones difíciles
Es turno hablar de las decisiones difíciles. Estas en alguna parte del proceso deberás tomarlas, pero para llegar a ese punto es necesario ejercitar el músculo y la mente. Llegar de golpe a tomar una decisión importante y complicada, sin haber tratado de ejercitarte previamente, solo va a contribuir a que los niveles de ansiedad y el pronóstico se frustración sean muy elevados. Estas decisiones difíciles pueden incluir desde aquellas que involucran objetos que han sido recubiertos con sentimientos y que tienen un lazo emocional fortísimo. Lo mismo esas cosas que compramos en una época de bonanza y nos costaron casi un ojo de la cara, y que hoy día ni por uso o valor monetario, son siquiera sombra de lo que fueron; ya sabes, la tecnología de punta que hoy fue desplazada.
Solo hasta que tenemos bien claro el objetivo de organizarnos y hemos logrado una disciplina producto de la práctica, podremos tomar decisiones asertivas sobre objetos y actividades que involucran un alto grado de apego y sentimentalismo.
A la larga con el proceso de depuración se consigue entender el valor real de las posesiones. Comprendemos su magnitud y su impacto en nuestra vida y conducta. Por lo mismo aprendemos a soltar aquello que no aporta calidad y calidez a nuestra existencia. No nos volveremos minimalistas, sino que apreciaremos que hay cosas que suman y otras que restan. Lo mismo con las actividades y relaciones interpersonales.