“Manías las sufrimos todos por igual, dejarlas ir, o evitar que controlen nuestra vida y cambien nuestro humor, es objetivo primordial de nuestro desarrollo”

Cada uno de nosotros tenemos una personalidad, la hemos ido desarrollando con el paso de nuestra vida. Ese desarrollo también deja un lado menos grato, al menos esas ocasiones que se salen de control, las manías. Todos las tenemos, aunque sea alguna pequeña. Se vuelve muy incómodo en ocasiones lidiar con ellas, porque casual o no, nos volvemos imanes y las atraemos más veces de las que queremos.

DEJAR IR MANÍAS

Una pila de platos sucios en el fregadero; las calcetas hechas rollo en el cesto de la ropa sucia; una cama sin tender; la toalla húmeda en el piso del baño; son algunos de los ejemplos que desatan nuestra ira conducidos por ciertas manías. Vamos por partes, la manía no es dejar todo tirado, no. La manía es la aberración que sentimos ante el desorden, ante la falta de organización de la casa, ante que otros o nosotros mismos no sigamos las reglas del orden. Aplica por igual a cuestiones de limpieza, de privacidad y del sentido de pertenencia y violación de nuestro espacio vital.

Sobreponerse a esas manías requiere mucho trabajo personal. Es necesario aprender a dejar ir ciertos sentimientos negativos, pero mucho ojo, no quiero decir con esto, que debemos olvidar los principios o que debemos darnos por vencidos en nuestro afán de que otros respeten cierta urbanidad.

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Me confieso maniático de infinidad de cosas. A veces pienso que podría caer en conductas obsesivas compulsivas pero eso lo dejaré de momento para una cita con el psicólogo. El punto al que quiero llegar es que con el tiempo he conseguido que algunas cosas dejen de molestarme por el bien mental.

Ya no me molesta que ocasionalmente dejar la cama sin tender. No digo que sea como que no la tienda, solo que si por razones de tiempo debo hacerlo a regresar a casa no estallaré en cólera.

Ya no me molesta hacer el aseo de la casa de manera ligera por falta de tiempo. Se que la agenda a veces se pone pesada y no siempre puedo hacer el aseo de la casa a profundidad.

Ya no me molesta que las cosas no salgan acorde a un plan. Sigo haciendo mi lista de pendientes y programando mis tiempos, pero si por algo, las cosas se retrasan o simplemente no salen a pedir de boca, ni me estreso ni me angustio, solamente parto de las nuevas circunstancias y tomo un nuevo camino.

Esas serían tres manías que dejé ir, otras más sigo trabajándolas. En conclusión, la idea es aprender a ser más tolerante; no toda la gente o las circunstancias que nos rodean, van a estar a la altura de nuestras expectativas, especialmente cuando estás, como comúnmente pasa, son algo altas para los demás y lucen como manía a otros ojos. ¿Qué manías aún te molestan y cuáles has logrado ir superando? Comparte tu comentario con todos.