¿Es posible sobrepasar algún límite que se considere como demasiada limpieza? Aunque hay corrientes científicas que nos hablan en materia de salud que lo afirman, es importante saber de dónde parte la premisa y el porqué de su razonamiento. Hablar de demasiada limpieza es referirnos a una tendencia actual de pretender resolver cualquier problema de salud achacando su origen en la exposición a los virus y bacterias que nos pasan una factura de enfermedades tales como la gripe, infecciones, problemas estomacales, hasta casos de severidad como los tan publicitados con bacterias come carne.
(Vía sciencedaily.com)
La realidad es que mucha de la paranoia es producto de campañas de mercadeo donde sobrevalorando las bondades de un producto limpiador, nos venden la idea de que debemos vivir en un entorno poco menos que estéril. De todos es conocido el argumento en comerciales de televisión, radio y prensa acerca de que tal o cual líquido mata el 99.9% de los microorganismos que pueden provocar enfermedades. Debemos desterrar ese mito de nuestras cabezas, porque pretender que se puede desinfectar a ese grado superficies es tanto como creer que vivimos en un ambiente estéril y esterilidad es una condición que no permite la vida, ni siquiera la propia.
Bueno pero si todo es publicidad para obtener utilidades explotando el miedo a enfermar, no puede existir un concepto como “demasiada limpieza” ¿O sí? Pues de hecho si puede existir, resulta que los seres humanos necesitamos el diario contacto con un monto aceptable de organismos microscópicos para mantener un balance en nuestro sistema inmune. Necesitamos codearnos con el polvo, un poco de mugre, un poco de aire viciado para poder mantener engrasada la maquinaria que ayuda a rechazar los agentes patógenos y sus consecuencias en el cuerpo.
De acuerdo a científicos de la Universidad de Michigan se cree que el uso demasiado frecuente de ciertos jabones y otros productos que contienen triclosán puede aumentar el riesgo de alergia en niños y jóvenes. El triclosán es un agente antibacteriano y fungicida muy usado en jabones, pasta de dientes, bolígrafos y productos sanitarios. Con su uso desmedido su efectiva acción de deshacerse de bacterias y hongos deja al cuerpo en condición de desventaja al no propiciar que el cuerpo se defienda en ocasión posterior de un ataque lo que provocaría una reacción alérgica a ciertos patógenos.
Para el Dr. Guy Delespesse, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Montreal, las alergias con más frecuentes cada vez especialmente en los países desarrollados, cada día hay más gente sensible al polen o que padecen eccema, urticaria y hasta asma. Bien puede deberse a antecedentes familiares o la contaminación en el aire, la dieta, el estrés y el consumo del tabaco; pero es potenciado por nuestra relación con las bacterias donde mientras más estéril se vuelve el medio en el que se habita mayor incidencia de alergias habrá y no solo eso sino que aumenta la posibilidad de gravedad de los casos. Entonces si se exagera en conseguir condiciones de extrema limpieza se corre el riesgo especialmente en niños que desarrollen alergias o problemas inmunológicos. En treinta años el porcentaje de población que sufre de alergias pasó de un 10% a un 30%.
(vía Noticias de Ciencia)
Con semejantes datos tenemos que pensar en que la limpieza es importantísima para la salud pero también es importante no exagerar en ella pretendiendo crearnos como hábitat un entorno esterilizado como instrumental quirúrgico o desinfectado a tal grado que parezca quirófano. Somos seres humanos no cajas de petri o cultivos de laboratorio.