La dispraxia es una afección de las motricidad gruesa y fina. Quien la padece cree ser torpes y eso interfiere seriamente con la organización.

La dispraxia o trastorno del desarrollo de la coordinación. Afecta a las personas a la hora de realizar actividades y movimientos coordinados. Estos movimientos pueden ser de motricidad gruesa tal como saltar o correr, como de motricidad fina tal como recortar figuras con tijeras o atarse las agujetas de los zapatos. Es parte del neurodesarrollo de los infantes y crea problemas para realizar movimientos voluntarios de manera efectiva que van desde jugar hasta tareas que involucran habilidades estructuradas.

Dispraxia y organizacion
Imagen por Steven Buissinne desde Pixabay

Síntomas de la dispraxia

Los síntomas de la dispraxia incluyen torpeza de movimientos; balance y coordinación deficiente; dificultades emocionales y de conducta; problemas de lectura, escritura y del habla; problemas visuales y de percepción. Es común también tener dificultades para sociales, pobre memoria de corto plazo y frecuentemente la postura del cuerpo también se ve afectada. Cabe aclarar que la dispraxia no afecta las capacidades intelectuales de los individuos afectados. De hecho, su capacidad está generalmente en el promedio o incluso es superior. En algunos casos la dispraxia está presente con el trastorno de déficit de atención, aunque también puede presentarse por si sola. Hay que tener en cuenta que la incidencia es entre el 6 y 10% de los infantes, siendo más frecuente en niños que niñas.

Infancia y dispraxia

Reconocer la dispraxia en la infancia puede ser todo un reto, debido a que se asocian las pobres capacidades motrices etiquetando al niño o la niña como torpes. De ahí el problema de usar etiquetas peyorativas cuando se trata de condiciones de salud, lejos de ayudar empeorar la situación y en este caso un probable diagnóstico. Observar al infante cuando ejecuta saltos, brincos, monta bicicleta, atrapa pelotas, etc., puede ayudar en determinar la presencia del trastorno. Los mismo aplica en tareas que pudieran pensar simples pero que pertenecen a la motricidad fina, como vestirse, comer, etc. La etiqueta de torpeza y sus implicaciones negativas puede llevar a los niños a no socializar y por tanto no desarrollar habilidades de interacción social.

Como afecta en la organización

Al llegar la etapa adulta, y no haber tenido un diagnóstico, la persona no ha pasado por terapia ocupacional, física y entrenamiento en habilidades sociales. No tener desarrolladas las habilidades motoras de manera adecuada crea conflictos para mantener el orden. Los sistemas de organización normalmente están dirigidos a personas con habilidades regulares, por lo que tener un reto de organización acompañado por dispraxia debe atender el nivel de habilidades de la persona con esta afección, esto con la finalidad de que se tomen en cuenta dentro del plan de acción. Por ejemplo, rutinas que sean divididas en muy pequeños pasos, utensilios y mobiliarios que tengan facilidad de agarre y manipulación, empatando la falta de habilidad motora fina con algo que ayude y no interfiera.

Si a ti te afecta la dispraxia o alguna otra condición crónica y necesitas ayuda, yo puedo ayudarte,