Educar y organizar son habilidades. Sobre la segunda, unos tienen predisposición de nacimiento, otros adquirimos dicha habilidad con práctica y disciplina. La infancia que como esponja absorbe todo, es el momento ideal para educar la habilidad.

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Educando con estrategia

Hago una declaración, yo no tengo hijos. Sin embargo fui niño algunas décadas atrás. Recuerdo cómo era que mamá nos integrara a los quehaceres de la casa, claro también la falta de disposición que mi hermano y yo teníamos “ocasionalmente”. Esto va para que no se me vayan a la yugular diciendo “es que tu no sabes”. No sé cómo ser padre es verdad. Si sé cómo establecer estrategias para enseñar habilidades. No ser papá no es sinónimo de no saber como cuidar y preocuparse de otro, incluso porque en mi niñez, más de alguna ocasión adopté roles paternalistas con mi hermano. Eso me enseñó que puedo educar con ejemplo y técnicas a otra persona, en este caso infante, a que mejore sus habilidades de organización. La estrategia es tan simple como ser empático y entender las limitaciones físicas y de atención de los menores.

Educando con empatía

La niñez no tiene las mismas aspiraciones de los adultos. En la infancia se sueña con jugar y se juega soñando. De pequeños queremos un hogar no una casa linda, queremos seguridad y progenitores amorosos, comprensivos y claro, divertidos y menos rígidos. La percepción del adulto es que debemos fomentar disciplina, estamos pendientes de los asuntos complicados, las finanzas, la posición, la responsabilidad y en ciertos casos, la casa linda. Se olvida con la edad que la casa linda no es sinónimo de hogar. Entonces para crear una estrategia efectiva, hay que reconocer qué motiva a los “plebes” como dicen en Culiacán, donde trabajo continuamente. Si quieres enseñar a tus hijas e hijos, charla con ellos, no impongas, convence de los beneficios.

Educando a organizar
nachOrganiza®

¿Y las limitaciones?

Un menor no tiene la misma fuerza física de un adulto. De hecho esta es diferente según la edad, complexión y estado de físico. Sus capacidades motrices son muy particulares. El nivel de energía es completamente diferente. Ahora bien, lo que más difiere en la infancia, es la capacidad de mantener la atención sobre una tarea. Pocos infantes van a enfocarse por mucho tiempo en la misma cosa. Si algo pierde novedad, la atención se evapora. Por eso hay que considerar esto a la hora de darles quehaceres, enseñarles organización o destinar tiempo a tus tareas escolares. No cometas el error de juzgarle como si se tratara de un adulto. Recuerda siempre tener en cuenta que cada niño puede hacer ciertas cosas dependiendo de su madurez física y mental. Esto lo puedes ver en la siguiente tabla.

Cuando me piden un consejo sobre cómo educar a los niños a ser organizados, siempre digo que bajen sus expectativas. Un ejemplo, si pides a tu hija o hijo que tienda su cama, no esperes que iguale las habilidades de una mucama de hotel 5 estrellas. Explica primero cómo se hace y celebra después los resultados, aunque no sean de 10. No les digas “hazte a un lado yo lo hago” “no sabes hacerlo”. Es mejor ir educando con amor, dales consejos de cómo ir mejorando su habilidad, al final de cuentas lo que necesitan en tiempo y práctica. Esta publicación surge motivada porque el 24 de enero es el Día Internacional De La Educación.