Hay tantas cosas que queremos hacer siempre. Todo el tiempo ambicionamos generar un entorno más amable, más agradable, mas creativo y sucede también que al momento de pretender poner manos a la obra siempre, invariablemente nos topamos con una serie de complicaciones reales o ficticias, las más de las veces de estas últimas. Creemos que el mundo conspira en contra nuestra y terminamos una ocasión más derrotados en un rincón de la casa con un popote en nuestra boca y succionando hasta el fondo de la lata de refresco; a veces otras bebidas más fuertes.
La realidad es que el universo no está en contra nuestra, no son sus agentes los que tienen por misión fastidiarnos la vida; somos nosotros mismos y nadie más que nosotros. Este acto repetitivo en la vida se llama autosabotaje, y es uno de los más socorridos en materia de organización.
¿Cómo podemos reconocer ese autosabotaje? Muy simple; cada que decimos es demasiado por hacer; no encuentro pies ni cabeza; yo solo no tengo la capacidad para enfrentar este demonio llamado desorden; no tengo capacidad; me canso muy rápido. Todas esas y más frases no son más que excusas, pretextos que nos encaminan al fracaso anticipado. Esas son uno de los síntomas del autosabotaje; si de entrada estamos cuestionando nuestra capacidad de acción ante una tarea, nuestro cerebro determina que la manera de salir del embrollo de manera más o menos digna es pretextar algo; así pues terminamos con los sueños rotos y los ánimos caídos. El lado oscuro es que por digna que sea la salida no es cómoda, pues nos deja un sentimiento de derrota que en muchas ocasiones puede conducirnos a una patología de derrotismo en casi cualquier actividad que queramos emprender.
Otro síntoma es el tomar mucho que hacer en una sola mano. Todos hemos escuchado la frase morder más de lo que se puede mascar, bueno en la organización es muy común que ambicionemos un mega proyecto organizativo (la casa completa) cosa que nos deja drenados desde el mismo momento que ordenamos el primer cajón de varias docenas por venir o el primer clóset de los 5 que existen en la finca. Podemos ser ambiciosos pero no debemos ser avariciosos con la organización.
Formas de sabotearnos a nosotros mismos hay por cientos, inútil sería mencionar todas. Lo que si podemos hacer es establecer un patrón de conducta muy general para no dejarnos vencer por nuestro propio lado oscuro; recuerda como Luke Skywalker en la Guerra de las Galaxias, debía sobreponerse a un deseo interno de pasar al lado oscuro, esa sensación era constante hasta que por fin decidió dejarse de sabotear y admitir que lo que tenía que hacer era abrazar la luz y no la oscuridad. Del mismo modo tenemos que ser conscientes de que nuestro comportamiento debe ajustarse y por ejemplo, en lugar de poner un pretexto para no organizar, buscar una solución a ese pretexto. En el caso de que queramos abarcar más de lo que podemos apretar, debemos dejar la avaricia a un lado, cosas que organizar habrá todos los días de nuestra vida, por eso podemos tomar un poco hoy, terminarlo y mañana otro poco; así y solo así podremos avanzar, al fin y al cabo Roma no se construyó en un día.