Comúnmente llamado cajón de utilerías, cajón de la chatarra, cajón del por mientras o cualquier otro nombre que te haga recordar que todo lo que no tiene un lugar va ahí. Usualmente se ubica en uno de los cajones de la cocina, aunque también puede ser en el cajón de una cómoda, de un buró o de un escritorio. Por regla general ese cajón es algo así como un Triángulo de las Bermudas, un vórtice de energía o un hoyo negro que succiona todo sin dejar escapar nada. Ahí terminan las llaves de la chapa vieja, el desarmador dañado de la ocasión que provocamos un corto circuito, las velas que se usan indiscriminadamente una y otra vez sobre el pastel en turno, la cinta adhesiva, las monedas sobrantes, los tornillos y arandelas que sobraron del anaquel que armamos (no se a ustedes a mi todo el tiempo que armo algo me sobran piezas). Esas cosas que no son más que, afrontémoslo y digamos en voz alta, BASURA, se intercalan con cosas que si son útiles como las baterías, la linterna, las tarjetas de los prestadores de servicios, etc.


Tenemos que hacernos al ánimo y dar de una vez por todas solución a ese problema que se llama cajón de utilerías identificando con cuatro preguntas y sus respuestas las acciones a tomar.

¿Qué hay? A sacar todo de ese cajón, poner todo el contenido a la vista y darnos cuenta, quizá por primera vez en años de todo lo que hemos ido aventando a ese barril sin fondo (claro hasta que ya no cierra). En ese momento empieza por hacer tus categorías de cosas, si es herramienta, si son cosas de escritura, documentos, etc. Identificando que está en buen estado, que es solo basura, que definitivamente no pertenece ahí. Acto seguido y al tener tus pilas de cosas ya ubicadas pasamos a la siguiente pregunta.

¿Qué va? Un cajón de utilerías para que funcione como tal, debe contener solamente cosas que se requieren en caso de emergencia o cuando convertimos ese punto de la casa en una especie de centro de comando para otras acciones, ejemplo serían las tarjetas o directorio con los números telefónicos del fontanero, electricista, seguro de la casa, pizzas, sushis, etc. También algunos bolígrafos y libreta de notas. Entre las cosas de emergencia o de preparación para una eventualidad, la linterna, baterías nuevas o recargadas, fusibles para el tablero de control, material de curación simple con banditas o un desinfectante. Cosas que pertenecen al rubro de ocasionales, como un juego de velas y cerillos, ligas, un juego pequeño de herramienta para reparaciones menores. Con esto puedes desechar lo que claramente va en otro lugar o lo que no tiene utilidad en absoluto.

¿Qué si? Lo que sí es parte de un cajón de utilería pero con fines de organización meramente, alguna charola con divisiones, las de cubiertos ayudan mucho, recipientes con tapa ya sea de plástico o pequeñas latas de metal como en las que vienen los chocolates o dulces, cualquier otro sistema de organización de cajones para que todo tenga un acomodo y permita con solo abrirlo la vista del contenido.

¿Qué no? Lo que no sirva, la basura y lo que pertenezca por derecho a otro sitio o habitación. No uses el cajón de utilería como una estación de “por mientras decido” recuerda que la indecisión es lo que trajo el caos en primer lugar.

Con estas preguntas sabrás exactamente que hacer y como proceder para tener un cajón que de verdad funcione ante cualquier eventualidad.