“Duelo es el proceso que usamos para lidiar con la pérdida, ya sea por defunción, por ruptura o alejamientos. La Tanatología aborda este y otros aspectos.”

Les cuento que el fin de semana pasado, aconteció un evento que estaba esperando por un par de meses. Las Primeras Jornadas de Tanatología Clínica Integral organizadas por el Antiguo Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde” de Guadalajara. Dichas jornadas, organizadas por el movimiento Humanizar Para Sanar. Se preguntarán ¿Qué es Tanatología y por qué como Organizador Profesional me involucré en ello? Les platico un poco entonces del qué y el porqué.

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Tanatología Ciencia Que Estudia La Muerte Y Los Procesos de Morir

Tanatología es una ciencia multidisciplinaria. Trata del estudio de la vida que incluye a la muerte. Busca el conocimiento desde un enfoque científico de la muerte, sus ritos y su significado. El objetivo primordial es proporcionar ayuda profesional al paciente que padece alguna enfermedad crónica en etapa terminal, así mismo esa ayuda se permea a sus familiares. El tanatólogo tiene una meta clara, orientar al enfermo para que acepte su realidad, buscando se procure una mejor calidad de vida, una muerte digna y en paz.

El interés que tengo por esta ciencia, es que si bien, la tanatología atiende en primer instancia a las personas que se encuentran en fase terminal de algún padecimiento; también es una disciplina útil para lidiar con los duelos. Dichos duelos no solo se refieren al proceso de aceptación de la muerte, también sobrevienen después de rupturas de pareja, pérdida de empleo, cambio de situaciones que dábamos por sentadas, incluso la pérdida de objetos materiales.

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El Dolor Es Necesario, El Sufrimiento Es Opcional

Un duelo mal manejado, o incluso, no manifestado, puede ir acumulándose con otro y otro, hasta que llega un momento en que nuestro cuerpo y nuestra mente, están demasiado gastados y se encuentran frágiles, sucumbiendo a manifestaciones extremas de duelo, que se tornan muy dolorosos. En las tendencias de acumulación compulsiva, las pérdidas repentinas y subsecuentes son gatillos que disparan conductas nocivas. Muy particularmente, se destacan las conductas de acumulación desmedida, por duelos mal expresados y mal manejados.

Negación. Ante una mala noticia, ante la pérdida, solemos negarnos. Es instintivo pensar que la negación permite desvanecer el problema. La realidad no es así, pero no queremos aceptarla; porque sería aceptar que hemos sido despojados o derrotados.

Ira. Enfado, rabia, indiferencia. Despotricar contra las causas o los causantes. Repartir las culpas y maldecir la situación, la enfermedad, a la persona o al entorno.

Negociación. Prometemos, juramos, intercambiamos oraciones por favores, mandas por salud. También el dinero nos resulta poco, estamos dispuesto a pagar lo que sea por revertir la pérdida. Incluso nuestro comportamiento puede ser moneda de cambio “ahora seré bueno”. Buscamos una solución, una pista, un indicio que tal vez se haya escapado a otros, pero no a nosotros.

Depresión. También se conoce como etapa de dolor emocional. Se suscitan expresiones de dolor, de tristeza, sensación de abandono, de no pertenecer. Claro que conlleva episodios depresivos, pero estos deben ceder con el paso del tiempo. En caso contrario, hay que buscar ayuda profesional.

Aceptación. Todo viene a encajar. Se acepta la pérdida y se cambia la visión que se tenía del suceso. Queda impreso en nuestra mente que si bien el dolor es necesario, el sufrimiento es opcional, siendo que no es lo mismo aceptar que olvidar.

Hay profesionales que concuerdan en que, aunque por lo general, las etapas del duelo pueden presentarse en orden, no es forzoso que suceda así. En ocasiones las etapas se van a ir presentando en diferente orden, y hay quienes, incluso llegan a mencionar, que podrían no vivirse todas aunque se llegue a la aceptación. Los tiempos para cada etapa son variables. Estas pueden durar desde unos días, hasta unos meses; y en su conjunto, hay quienes sostienen situaciones de duelo por años. Eso sí, un duelo que se prolonga por más de dos años, es imperativo sea atendido, porque de este tipo de situaciones, se derivan problemas de depresión y tentativas de suicidio y por supuesto, casos donde tristemente se consuma.

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Vivir el duelo es importante para dejar fluir nuestras emociones. Buscar el perdón y otorgarlo, son primordiales para avanzar en nuestros duelos y crecimiento espiritual. Me gustaría cerrar con la frase que utilizaron en el evento; “Vivir, dejar de vivir y seguir viviendo”. La muerte es un estado que eventualmente alcanzaremos todos, pero ella nos permite valorar la vida, darle sentido y nos hace ese llamado de atención para poder vivir a plenitud y con intensidad.