Hoy día buena parte de la población se han unido a una o más redes sociales, incluso gente que no utiliza computadoras, hace uso de las redes por medio de la gran cantidad de teléfonos inteligentes conocidos como Smartphones. Dos de las redes más populares son Twitter y Facebook porque permiten al usuario expresar sentimientos, emociones, estados de ánimo, vivencias, etc. Un aspecto negativo de poder dar a conocer al mundo virtual nuestra posición anímica, es que muchas veces confundimos el muro o el tuit con una consulta psicológica, mientras convertimos a la fuerza a nuestros seguidores a convertirse en psiquiatras sin paga obligados a dar terapia de sanación.

image

Edvard Munch: El Grito, 1893

Debemos entender que la dinámica de las redes sociales nos permite estar en contacto con amigos y familia, pero que si bien es un modo de apoyarnos en situaciones de alegría o tristeza, no es un recurso válido para que nos rescaten de depresiones profundas, desamores sangrantes o condiciones presuicídicas. No abusemos ni nos expongamos, pues en ese tejido virtual podrá haber alguien que, lejos de ayudarnos utilice nuestra apertura para crearnos un daño posteriormente.

Usos. Las redes sociales deben servirnos para propósitos constructivos; compartir la alegría de vivir; tener cerca al menos virtualmente, a amigos y familiares que por razones de tiempo o distancia no podemos frecuentar con la regularidad que deseamos; patentizar el apoyo por los nuestros, republicar un mensaje positivo. Claro que podemos compartir tristezas o preocupaciones, pero debemos ser muy discretos, mesurados; dar un pequeño vistazo a nuestro estado de ánimo, procurando tratar los problemas en privado, por medio de mensajes. Hagamos una analogía, discutir depresiones en el muro de Facebook equivale a dramatizar una escena de novela al más puro estilo de Libertad Lamarque o Marga López; no vale hacer teatros más que en el teatro.

Abusos. Dramatizaciones y tragedias griegas, especialmente aplica cuando se trata de peleas románticas; hemos visto como esa amistad o pariente se rasga las venas, comentarios desoladores del amor, videos compartidos que hablan de morir de amor, frases de odio encarnizado o de súplica desmedida; después, cuando todo pasó o la pelea produjo una reconciliación, vuelven a amar al amor, mostrando tal bipolaridad que asusta. En esos casos sería mejor que sufrieran en silencio. A nadie nos gusta leer que otro sufre, sobre todo no agrada cuando hay ambivalencias y pronto vemos que todo es un montaje para llamar la atención. Si un amigo sufre en muro le buscamos en mensaje o mejor aún, por teléfono o en persona de ser posible y platicamos de la situación. No caigamos en el juego porque muchas ocasiones es gente que aunque amamos sabemos que manipulan el entorno para martirizarse buscando así la santa adoración mediante la atención prestada a su triste caso.

Lo social. Otro uso que puede ser abuso es el servicio social que cobra fuerza. Chicos desaparecidos, mascotas extraviadas, propaganda política, movilización ciudadana. Todo ello es válido, solo trata de estar seguro de que la información que compartes es verídica o al menos haz una aclaración de que compartes por ayudar sin haber verificado el contenido. Si requieres usar las redes para un caso propio, procura no dar datos personales, solo genérales y como medio de contacto usa un correo que no sea el principal y un teléfono celular que puedas cambiar de número. Hay muchos vivales que quieren sacar tajada de la desgracia ajena. 

Urbanidad. Ya nadie habla de la urbanidad, esas reglas de convivencia para no agredirnos los unos a los otros y vivir en paz. Internet no debe ser la excepción. Se cortés, no agredas a los que piensan diferente, mejora tu ortografía, escribe claro, directo, sin rodeos, usar mayúsculas equivale a gritar, se sensible con las imágenes que compartes o los comentarios que haces, la gente es muy susceptible y suelen tomar las cosas de modo inapropiado.

Estas recomendaciones sirven para que nuestra expresión y nuestra comunicación  en las redes sociales sea constructiva y no se convierta en un grito desesperado o una declaración de guerra.