El poder de la decisión es de suma importancia, caer en la indecisión es hacer que el tiempo transcurra sin un propósito claro y sin un resultado positivo. La vida está hecha de decisiones y por tanto cada actividad en nuestra vida está involucrada con la toma de decisiones. Por buenas o malas que puedan ser, por acertadas o erradas tenemos que tomarlas y del mismo modo que las fichas de dominó caes una tras otra en reacción en cadena, una decisión tomada nos conducirá a otra disyuntiva para tomar una nueva decisión.
Abstenernos de decidir o retrasar la decisión hace que perdamos tiempo valioso. Cierto es que no todas las decisiones pueden ser tomadas a la ligera, muchas de ellas se tienen que sopesar, razonar y destacar de ellas los posibles escenarios que sobrevendrán después de resolverlas. Recuerda siempre que el tiempo es el único activo en esta vida que podemos gastar, tirar o invertir pero que de ninguna manera por mucho que lo queramos no podemos recuperar así que hay que aprovecharlo y hacer lo más posible con él. Ahí radica la importancia de tomar las decisiones en su momento, para seguir avanzando en el tablero de la vida.
La toma de decisiones va acompañada de tiempos marcados, cada tiempo entonces debe venir marcado por una decisión; de ese modo se complementan para lograr ese perpetuo movimiento. Dependiendo de la tarea y su magnitud debemos establecer un calendario con el objetivo de cumplirlo, al no decidir terminamos agolpándonos en la fecha determinada con trabajo inconcluso. No decidir es la manera directa a conseguir un pobre resultado al final, a no cumplir objetivos, a dejar las cosas inconclusas y por derivación a sentirnos terriblemente mal acerca de nosotros mismos pues el temor a decidir nos deja el temor de fracaso.
Penitencia sería establecer como dije, calendarios realistas con tiempos igual de realistas para concretar cada tarea propuesta y un sentido de urgencia de tomar la decisión en el momento que deba hacerse no después.