Cada que queremos hacer una nueva actividad, no tenemos que dejarnos llevar por el entusiasmo queriendo abarcar más de lo que podemos abrazar. La organización no difiere de ello, la organización como toda tarea, es algo que se debe empezar en pequeño, inclusive cuando ya tienes cierta habilidad. Desde mi punto de vista es lo mejor, porque de ese modo no nos agotamos con una tarea inmensa, es más sencillo recuperar el aliento si corremos la colina cuesta arriba en pequeños tramos que cuando subimos de un solo jalón. Claro que se puede lograr una conseguir una faena maratónica, pero eso sucede con mucha constancia y una práctica continua.

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El cajón de utilerías. Todos tenemos un cajón de cosas que pertenecen a varios lugares, ese cajón generalmente está en la cocina y almacena todo aquello que no logró llegar de regreso a la habitación que lo resguardaba originalmente. Sin remedio terminan cosas, cositas y cosotas acumuladas en un cajón que parece cajita sorpresa, al momento de abrirlo te brinca el contenido sobre la cara. Este es un bueno punto para comenzar a organizar, ya que no es una tarea muy grande pero si requiere que organices primero en categorías, después devuelvas a su sitio de origen.

El buró. El buró o mesa de noche tiene por lo regular cajones. Es un caso similar al del cajón de utilerías solo que en estos guardas cosas más personales y a veces íntimas. Vacía su contenido y deshazte de aquello que lleva guardado años porque tenía un valor sentimental (es lo que solemos hacer). Lo que debe ir es solamente tu reloj, cargador de teléfono, pañuelos, la medicina que tomes al momento no lo uses como botiquín, tal vez una lámpara de mano pequeña, un libro que leas en caso de haberlo terminado se va al librero.

La bolsa o portafolio. ¿A poco no parece como un agujero negro que engulle todo y no permite que nada salga? Además, mientras más grande sea más cosas le metemos. Aprende a mesurar las cosas que cargas, a organizarlas, de preferencia usa algún tipo de bolso o portafolio que cuente con compartimentos y utilízalos para tener siempre todo en orden, no te acostumbres a solo aventar dentro aquello que tienes que cargar, a la hora de buscar lo que necesitas terminas embrocando sobre la mesa para vaciar el contenido.

La cajuela. No solo suele ser de lo más desorganizada, tiene el estigma de ser sucia por lo regular, pues por más que limpiemos el auto por fuera o por dentro, la cajuela no se considera parte del auto. Cada que vayas al súpermercado saca todo lo que no pertenezca a la cajuela y hazte de un cargador de bolsas de lona plegable, eso te ayuda a mantener todo ordenado. Ahora, la verdadera importancia de tener ordenada la cajuela es por los casos de emergencia. Imagínate que tienes que sacar infinidad de cosas solo para ser capaz de sacar el gato y la llanta de refacción; sería un ejercicio completamente frustrante, especialmente en una situación e lluvia. No porque la cajuela sea un espacio cerrado y oscuro, la discrimines.

El maletero del clóset. Bien es cierto que arriba, en el maletero del clóset ponemos lo que menos usamos, pero a veces llegamos a usarlo como depósito de cosas que no queremos ordenar, solo vamos aventando capa sobre capa de triques que nunca más volvemos a dignarnos mirar. Si las cosas que avientas al fondo del clóset nunca las vuelves a mover, cuestiónate que tanto es necesario conservarlas, al ordenarla lo más seguro es que terminarás deshaciéndote de ellas, por no ajustarse a tu estilo de vida actual.

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Una pequeña tarea a la vez, un paso pequeño que te dure por mucho siempre será mejor que tratar de organizar toda la casa en un solo fin de semana, ese sería un trote muy cansado.