Un tema poco relacionado al mundo de la organización y más acercado al hecho de la administración del hogar y la economía doméstica, son los envases comerciales en los que vienen dispuestos muchos productos que consumimos. Son en cierto modo auxiliares del ahorro, la comodidad y la reutilización.
La disertación surgió en mi casi al regreso de mis vacaciones. Sucedió mientras hacía las compras en el supermercado pues después de tres semanas de ausencia en las que procuré que nada quedará en el refrigerador antes de partir, pues odio y me da tristeza que la comida se eche a perder. Resulta que debía comprar mostaza y cátsup, miraba las marcas, pues son muy quisquilloso en comprar marcas de conglomerados que en alguna de sus divisiones conduzcan pruebas en animales; así que de las marcas posibles de comprar quedaban dos en existencia una cuyos aderezos son envasados en botellas de plástico, pero una tenía tapa inferior y la otra por arriba como es más común. Sentí como una epifanía me invadió, haciendo un análisis rápido tomé la que tenía la tapa situada abajo. Nunca había reparado en el hecho de que la posición de la tapa, por consiguiente la manera de servirla pudiera hacer diferencia en algunos aspectos de mi vida cotidiana.
El aderezo es líquido más bien espeso, que cuando tenemos que servirlo de una botella tradicional conforme se consume hace más difícil servirlo pues la botella crea un vacío que dificulta que salga por la boca angosta de la botella; tenemos que golpear o agitar la botella para lograrlo, a veces si no nos fijamos terminamos sirviendo de más o salpicando a otro comensal. Tener la tapa por la parte inferior, ayuda a que el producto por simple gravedad salga, pues siempre está cargado al lado donde va a salir, haciendo que la porción sea precisa y cómoda de servir. Esto reditúa en que usemos esa misma botella hasta su verdadero fin y no que botemos una botella con en ocasiones un buen cuarto de producto en ella y abramos una nueva.
Lo mismo pasa con productos con dispensadores, mismos que hacen que las porciones sean moderadas y que en muchas ocasiones la marca hace repuestos para rellenar el dispensador original ahorrando no solo pesos, también espacio pues esos envases suelen ser en formas más óptimas para guardarse pues no es la presentación “original”. En el caso de algunos productos de mi casa, los compro en tamaños grandes y los paso a envases pequeños con dispensador, haciendo un ahorro significativo a lo largo del año, pues la medida es la marcada por el mismo mecanismo dispensador. Mira esto como una máquina expendedora de dulces, por un moneda recibes una porción adecuada.
O que dices con los frascos de vidrio que aparte de que ofrecen menos riesgos sanitarios por aquello de los BPA, son más susceptibles de reciclarse o reutilizarse en casa, especialmente los de boca ancha, pues para servir de ellos, vaciarlos o convertirlos en algo más son ideales.
Con toda esa disertación que pudiera parecer estúpida u ociosa, me di cuenta de que en la vida tenemos que ser muy observadores para elegir las cosas por su verdadero aprovechamiento y no solo irnos por una elección preconcebida o quizá prejuiciosa.