Envejecer es un proceso del que poco se habla. Aprender sobre esta etapa de la vida, me facilita la labor de ayudar a familiares y clientes que envejecen.

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Envejecer con eufemismo

No sé bien en otras partes del mundo, pero aquí en México los sustantivos para nombrar el acto de envejecer se han vuelto la nueva falta a la corrección del lenguaje. Sí, es algo como el nosotres del que no quiero ni hablar. Ya no podemos usar palabras con anciano, viejo o incluso el concepto de tercera edad sin ser tachados de lacerar la dignidad humana. Ya no sé hasta que punto tiene que ver con ser correctos, con una moda de inclusión ficticia o con un miedo a pasar por la etapa de los años dorados. Dentro de esa cultura del tabú usamos eufemismos para referirnos a la población que supera los 65 años.

Envejecer con control

Estudiando para mi certificación como CPO-CD® con el Institute for Challenging Disorganization tenía que hacer un análisis de un libro sobre cómo hablar con los adultos mayores (sé, este es el término actual) en situaciones delicadas. Tratándose de temas de salud, financieros e independencia, entre otros, lo que los adultos mayores requieren de nosotros es poder ejercer el control de sus vidas. ¿Te suena familiar? Cada que usamos una frase como “es por tu bien”, generalmente estamos negando ese control. No es porque actuemos en contra de la buena fe, es porque no permitimos que el verdadero interesado, tome sus propias decisiones de manera informada y libre de presiones. El envejecer pasamos por una crisis, debemos entender que nuestro mundo cambia de manera acelerada. Con ese cambio vamos perdiendo independencia, o al menos así es como la sociedad lo gestiona. Mientras más viejo se es, menos independencia permitimos. Eso debe cambiar, debemos permitir que los adultos mayores ejerzan su capacidad de pensamiento y expresen en todo momento lo que quieren. Así que siempre que haya una charla sobre nuestros venerables adultos, debemos incluirlos y confiar en que pueden tener el control de su vida y elecciones.

Legar como muestra de amor

Otra de las situaciones con la crisis que se presenta al envejecer, es que de manera a veces consciente y a veces no, queremos dejar un legado. El legado no es sobre las cosas materiales, aunque pudiera parecerlo. No se trata de legar una casa o dinero, ni siquiera de heredar objetos de valor sentimental. Detrás de la acción de legar es establecer cómo la persona quiere ser recordada. Qué aportaciones hizo al mundo, a su comunidad, a su familia. Quienes estamos un poco más lejos de envejecer, debemos ayudar a nuestros adultos mayores a crear un legado que fluya de manera orgánica, de nuevo, en el hagan sus propias decisiones. Un propósito grande de la vida tiene que ver con dejar huella. Pregúntales ¿Cómo te gustaría que te recordaran? Esto abre una puerta para una charla interesante, porque si nos damos el tiempo y estamos en un entorno cómodo, vamos a descubrir tantas cosas acerca de esa persona que ni teníamos idea.

Así pues, entender el reto de envejecer es crucial, tanto si prestamos servicios a esta población como si esas personas son parte de nuestra familia y amigos. Debemos permitir que la dignidad sea la que impere y esta se garantiza permitiéndoles tener el control.