La estación de trabajo o escritorio, es la primer impresión de lo que somos como profesionales de un oficio. Es su cubierta la que como espejo refleja lo que somos o lo que no. Es por eso que debemos ser cautos en la forma como lo organizamos, pues del mismo modo que una primera impresión, la gente no olvidará y nos asociará al menos hasta conocernos mejor con esa imagen de orden o desorden que hayan visto. En lugar de gastar saliva excusándote por su estado, mejor gasta calorías poniéndolo en cintura y manteniéndolo todos los días así.

Mobiliario. Paso número uno es hacer un evaluación objetiva de los muebles que tienes, desde el escritorio hasta la silla. Necesitas ver si el escritorio actual cubre las necesidades de trabajo y te permite fluir en tus funciones; si los archiveros y cajoneras están al alcance de la mano y si realmente cumplen con su objetivo; si la silla es suficientemente confortable teniendo en cuenta el número de horas que pasas sentado en ella. Si alguna de las partes mencionadas no está haciendo lo que debe hacer, si te está ocasionando problemas en su funcionalidad, es momento de pensar en reordenar su acomodo o conseguir piezas de amueblado que funciones a la par contigo.

Fuera de cubierta. Sobre el escritorio y después de haber sido evaluado validando su función, deberás mantener su orden teniendo sobre él aquello que tiene que estar; la computadora, teclado, mouse, una bandeja para los papeles en curso, un lapicero y alguna foto de un ser querido o un artículo personal. Recuerda que no es de profesionales tener la colección de juguetitos de Kinder Sorpresa o aquella que juntaste de los dulces del maguito Sonric’s. Demuestra que eres una persona de fiar que sabe separar su vida personal de su trabajo no trayendo tu casa a la oficina. Los papeles se despachan y se archivan una vez que han sido tramitados o al final del día.

Limpieza. Un punto en el que no hay mucho que decir que no sepas. Como tu casa en tu vida personal, como tu auto al transportarte, como tus prendas al hacer una declaración de cómo te percibes a ti mismo, el escritorio es una extensión de lo que eres como persona por lo que debe estar limpio. No manchones de yogurt o morusas de pan dulce del desayuno, no grasa acumulada de tanto que tallas las manos contra la cubierta, no polvo, no mugre. Todos esos son signos de una persona que va a trabajar y puede ser buena en lo que hace pero que no tienen interés en cuidar el detalle. Si en tu oficina hay quién hace el aseo no es excusa a que solo se limpie cuando esa persona lo haga, dependiendo de tu ritmo de trabajo, puede que el escritorio necesite más de un trapazo al día, así que no tengas miedo de ensuciarte las manos.

Como ves los pasos para lograr una buena imagen de tu escritorio y tu profesionalismo son pocos, aplicarlos es garantía de que te tomen en cuenta como alguien responsable.