Siempre decimos ¡a mi no me pasará! hasta que el golpe de realidad nos sacude diciéndonos ¡tú no estás exento! Las cosas tienen una razón, aunque no queramos aceptarlas.

Pensaba si golpe de realidad sería el título adecuado para esta entrega. De hecho, para ser más honestos pensaba si debía siquiera escribirla. Mi intención no es crear polémica, tampoco atraer compasión. No se trata acá de generar atención solo por narcisismo. Se trata de poner las cosas sobre la mesa y hablar de forma directa y honesta. Tengo COVID-19

¿Cómo, cuándo, dónde inicia el golpe de realidad?

Son preguntas que más de una vez me han hecho desde que tuve el resultado positivo de mi prueba PCR para detectar si tengo la infección por coronavirus. No tengo respuestas, de hecho, no creo que las respuestas sirvan de mucho. Me interesa mi salud y por eso seguía, y sigo las reglas sanitarias. Cubrebocas, careta, lavado de manos, desinfectar superficies, zapatos, compras. Susana Distancia también se hizo presente. Al final de cuentas me infecté. Aunque pudiera saber en qué momento o por qué medio lo hice, no cambiaría el resultado. Tampoco me daría elementos para crear anticuerpos con más velocidad de la que mi sistema es capaz. Entiendo esto como un golpe de realidad, sin embargo, es también una oportunidad.

Golpe de realidad
Imagen por Rodger Shija desde Pixabay

¿Cómo me siento?

No tengo síntomas del síndrome, tampoco he notado cambios que puedan preocuparme por un deterioro de salud. El médico considera que muy probablemente pasaré el periodo sin molestias hasta crear los anticuerpos necesarios y sacar la infección. Soy afortunado por estar con buena salud, sin molestias y casi si repercusiones de humor. Tuve que aislarme, dejar de trabajar de forma presencial, ser cuidadoso de mi entorno y responsable con los demás. Estoy solo si, pero no estoy en soledad.

Centrado y calmado

Esta experiencia o como me gusta verlo, golpe de realidad, me ha hecho desacelerar de 100 a 60 en primera instancia, ahora busco bajar todavía más a 20. No lo veo con un tropiezo, lo veo con una oportunidad perfecta para hacer cosas que tenía pendientes, para plantear nuevos objetivos, sobre todo, para entender cuáles son los verdaderos valores de vida que deseo para mi y los míos. Es verdad que a ratos siento una especie de impotencia de mirar cómo hay quienes prefieren ignorar la situación, desestimarla, burlarse incluso. Hay también aquellos que lejos de construir quieren sermonear con críticas disfrazadas de interés. Para eso busco mi propio centro, me mantengo en calma y me procuro más cuidados personales de los que solía prodigarme. De nada sirve usar un valioso recurso que es mi serenidad, en cosas o personas que no aportan como diría mi amiga Karina Acacia.

Si quieres charlar de tus preocupaciones o miedos de esta situación pongámonos en contacto. Juntos podemos construir y emerger con un beneficio de esta crisis.