Hemos comentado anteriormente que tomar decisiones puede ser un proceso muy difícil e incluso estresante para mucha personas, especialmente aquellos que tienen la compulsión de acumular cosas. A los que no llegamos a esos niveles en ocasiones no se nos vuelven tan fáciles tampoco. Es natural pues todos experimentamos temor ante la incertidumbre y lo desconocido, claro todos en mayor o menor medida, pero la manera de manejar es lo que hace la diferencia.

© Nacho Eguiarte / NACHOrganiza

Para todas las actividades de la vida misma, necesitamos tomar decisiones; unas insignificantes, otras de magnitud mayor, unas más que involucran a terceras personas; de ahí parte un poco el temor de no saber si estamos tomando la decisión correcta. Para efectos pragmáticos podemos emplear cierta rutina para incrementar nuestra habilidad decidiendo, especialmente sobre las cosas pequeñas o menos radicales como es el acumulamiento, pero que nos sirven de práctica para con el tiempo aplicar nuestra ganada habilidad a cosas de mayor envergadura.

Reconocer. Lo primero es reconocer el hecho que debemos decidir sobre un caso particular, una disyuntiva o un evento. En el caso de la acumulación reconocer que hay un problema es el inicio para poder resolverlo, sin aceptar esta situación no se puede avanzar.

Valorar. Pondremos en una balanza la necesidad de tomar la decisión, resolviendo que peso tiene a la larga dicha decisión. Cómo afecta para bien o mal la decisión y si es una decisión que provoca un cambio grande o pequeño a nuestra vida. La idea viene a ser que determinemos las ganancias y las pérdidas para evitar el posterior “Si hubiera” “Que tal si” y toda muleta que no nos permite avanzar en un proyecto de vida mejor.

Definir. Tenemos que definir las acciones pertinentes para la decisión. Generalmente para la mayoría de los problemas se refiere al plan de acción general que se ha de seguir posterior a que la decisión sea tomada.

Decidir. Esta es la acción en sí misma. Ya utilizamos los auxiliares de razonamiento para encaminar la decisión, aquí solo se sigue y se apega uno a ello.

Como el proceso de decisiones es distinto a cada persona es importante tratar de mantener en mente este tipo de rutina para adquirir la habilidad de decidir, eventualmente el proceso se hará mecánico y podremos decidir haciendo toda la valoración en cosa de un chasquido de dedos. Como todo en la vida el aprendizaje necesita de la repetición para convertirse en un hábito; piensa en ello como un pez en el agua que debe nadar para hacer pasar el agua por las agallas  así poder respirar, la vida está hecha de decisiones que deben ser tomadas para que esta avance.