Las implicaciones físicas del desorden incluyen aspectos de movilidad, limitación sensorial, hasta patrones de sueño. Organizar no solo se trata de motivación.
La motivación, ya sea interna o externa, juega un papel importante a la hora de organizar nuestros espacios. Sin embargo, las porras y los cánticos poco pueden hacer cuando existen implicaciones físicas del desorden que no tomamos en cuenta. La motivación se aloja en nuestro cerebro, de ahí manda señales a nuestro cuerpo para ponerse en acción, logrando metas que hemos visualizado. Continuando con los fascículos sobre los factores que contribuyen a la desorganización del ICD ®, hoy abordaré las razones del desorden cuando las situaciones con los espacios tienen son de carácter físico. Y me refiero en la persona y no en su espacio físico.
Movilidad
Cuando la persona tiene una movilidad comprometida, provocada por la edad, el tono muscular, una enfermedad o procedimientos médicos recientes, la pretensión de mantener los espacios organizados puede chocar con la realidad. Digamos que el individuo requiere muletas o silla de ruedas para movilizarse, necesariamente el espacio debería estar habilitado para esa situación. Sin embargo, lo común es que las cosas sean al revés. Si la metodología de organizar no toma en cuenta si la persona puede agacharse, estirarse, apoyarse en si misma, encontrará eventualmente un colapso. Pasillos amplios para circular con aparatos o en silla de ruedas. Artículos en alturas accesibles en despensas y cajones. No almacenar cosas en sitios que requieran esfuerzos que no se puedan realizar. Estas son algunas formas de evitar que la persona caiga en desorganización.
Fatiga
Nuestros niveles de energía podrán ser restaurados con descanso y horas de sueño. Pero ¿qué pasa con las personas que experimentan fatiga constante? No hay jugo o vitamínico que les normalice la energía. La razón es que dicha fatiga es resultado de alguna condición concomitante, ya sea un padecimiento neurológico o mental, o resultado de un tratamiento médico. Entonces, si consideramos un nivel bajo de energía en la ecuación podremos entender que el sistema de organización requiere facilidad para llevarse a cabo, para mantenerse y persona de apoyo externo para conseguirlo.
Mala visión
Con la edad llega la presbicia o vista cansada pero no todas las personas tienen una mala visión por esa razón. La persona puede tener comprometida su visión por una enfermedad, condición crónica o traumatismo. El grado de invidencia puede ser parcial o total y debe ser tomado en cuenta al poner orden. Incluso una mala iluminación puede dificultar la acción de buscar y retornar algo a su sitio. Etiquetas con letras grandes y alto contraste con el fondo. Evitar colores que no generan definición. Mejorar la iluminación de los espacios, especialmente clósets y gabinetes. Pensar en etiquetas e identificadores de prendas Braille o realzadas. Son apenas unas cuantas sugerencias para esta situación en particular.
Trastorno del sueño
El sueño es importante para el descanso y para reabastecer nuestra energía. La falta de sueño es una de las implicaciones físicas del desorden que más frecuentemente pasan desapercibidas. Inclusive, el desorden en espacios clave como la recámara puede empeorar la falta de sueño. Desinterés, falta de atención, baja energía, poca capacidad para tomar decisiones o priorizar acciones, son los resultados de no dormir bien. Si esto es crónico, todo intento de organizarse va a estamparse contra la pared. Necesitamos una mente fresca y descansada para poner orden o para evitar que se haga desorden. Entonces hay utilizar mecanismos que propicien que la persona esté su pico de energía para organizar y que el resultado sea fácil de replicar y mantener.
¿Creías que las implicaciones físicas del desorden no influyen?
Con esta lectura estoy convencido de que mirarás al desorden de una manera holística. Contemplarás no solo las cosas y su cantidad, sino también que incidencias existen para que un sistema de organización sea efectivo y duradero. ¿Me equivoco?
