Muchos como yo han pasado mucho años de su vida trabajando para la misma empresa, en mi caso han sido ya quince años desde que egresé de la escuela de Arquitectura. Nunca entré propiamente en el juego ansioso de tener que buscar trabajo, pues providencialmente el trabajo me buscó a mi, pero esa es una historia para otro momento. Hoy día la empresa pasa por momentos muy definitivos que harán que muchas cosas cambien, entre ellas ese sentimiento de seguridad laboral que hasta hace muy poco se experimentaba. Las razones no son porque haya menos trabajo o porque alguien externo haya tomado el control, son más bien razones de decisiones equivocadas por parte de mi patrón respecto de problemas personales que terminaron involucrando su empresa.
Es difícil para todo mundo ver como esa sensación de tranquilidad y seguridad en el trabajo se desvanece o cambia, quedando fuera del alcance de los afectados el poder modificar dicha situación. A veces será porque la empresa tiene problemas financieros, otras porque han sido absorbidas por una empresa más grande, muchas veces por cambios en las políticas y directrices que llevan a explorar otras posibilidades.
Sea cual sea el caso, esto genera desasosiego entre los colaboradores, crea ansiedad y emociones encontradas. El ser humano por naturaleza es renuente al cambio y es tremendamente susceptible a la incertidumbre, por eso suelen decir que mata más la duda. Para evitar que tu nivel de ansiedad suba a niveles insospechados es bueno tener en mente unas cuantas cosas que te podrán ayudar.
Primero que nada, mantén tus emociones controladas, no te dejes llevar por ellas, no seas presa de ellas, no sucumbas a ellas. Hacer juicios de valor dominado por las emociones solo te crea niveles mayores de estrés, te convierte en un manojo de nervios que te conduce a desgastar tu cuerpo. Siempre ten bien claro que se debe pensar con la cabeza no con las vísceras. Se que no es sencillo, yo mismo suelo ser muy visceral por lo que me lleva doble trabajo pensar con claridad en situaciones estresantes. Con el tiempo aprendes a controlarte mejor y te das cuenta que anticiparse por una emoción hace que pierdas el camino.
No te anticipes, no juzgues sin saber y no hables sin conocer los hechos. No hagas casos de rumores o chismes, aunque puedan tener una parte de verdad es mejor adquirir de una fuente confiable los hechos reales y crudos, solo así podrás establecer juicios de valor certeros. Con la información en mano te será más sencillo valorar el panorama completo y no solo los fragmentos pintados por la emotividad de personas que posiblemente tampoco tienen la información certera a la situación. Con la vista general entonces puedes crear un plan de acción para trabajar con mayor gusto y cordialidad.
De cualquier modo un aspecto muy importante en todo este asunto de los cambios laborales es mantener una mente abierta, pues puedes racionalizar todo lo que gustes y mandes la situación pero si tu mente se mantiene cerrada a un posible cambio, a establecer nuevos métodos de trabajo y colaboración, a entablar nuevas relaciones laborales, todo será en vano; eventualmente tu mente te hará perder el enfoque y te verás envuelto en problemas o lo que es peor en una apatía intolerable de tener que trabajar en un sitio porque es el deber y no el gusto lo que te mantiene. Si ese fuera el caso y no quieres cambiar, terminarás cambiando, pero de trabajo y de manera abrupta, por eso mejor piensa antes de tomar decisiones o actitudes erróneas.