El ser humano establece por naturaleza, relaciones con todo lo que le rodea, sean personas, naturaleza, animales y cosas. El cómo nos relacionamos con las cosas es la materia que quiero abordar hoy. Son las cosas las que hacen que tengamos desorden, abarrotamiento, falta de higiene, cuando estas están fuera de control. En contra parte son esas mismas cosas las que pueden darnos alegría, placer, disfrute y una vida más sencilla y menos complicada cuando tenemos control sobre ellas.

Tres son los tipos de relaciones que destaca Linda Samuels, Organizadora Profesional Certificada; Descansada, Olvidada o Abrumada, en cada una se define una de las maneras como relacionamos nuestra existencia a nuestro desorden personal.

Descansada. En esta relación tenemos todo en relativo orden, no padecemos estrés diario por buscar cosas que nunca están en su lugar, no tenemos problemas de movilidad en el espacio pues no hay cajas que obstaculizan nuestro andar de la sala a la cocina. En pocas palabras mantenemos una relación muy sana con las posesiones que tenemos pues aunque no somos obsesivos con la organización podemos encontrar un desarmador en el momento que lo necesitamos. Se concluye pues que la relación esta en balance.

Olvidada. Dice un refrán que lo que no vemos no nos hace daño, pero hay casos en que lejos de no ver simplemente vemos para otro lado, pretendiendo que las cosas no están ahí. Este tipo de relación con el desorden es más o menos común; mucha gente tiene una pila de cosas por aquí otra por allá, cosas de la cocina que están en el baño o de la recámara en la sala. Aprenden a vivir con ello o mejor dicho, mantienen una visión selectiva, no miran el desorden, asumen que no está ahí, lo ignoran, aprenden a borrarlo de la imagen y dicen no estar molestos con la falta de organización. La realidad es que consumen demasiado tiempo y esfuerzo tratando de convencerse a si mismos que no hay problema alguno. Si el mismo empeño y energía lo utilizaran en tomar cartas en el asunto, su problema desaparecería por esfuerzo no por arte de magia. No es raro que cuando tienen visita se la pasen disculpándose por el desastre que en otras ocasiones se rehúsan a aceptar. Lo conflictos que se generan aquí van de la mano a los otros habitantes de ese mismo espacio, pues no hay límites de dónde es y dónde termina el espacio vital de cada uno.

Abrumada. Tienes más cosas de las que puedes necesitar, acumulas por no tirar, por no deshacerte de nada, porque después puede servir. No solo hay pilas de cosas por todos lados, estas pilas bloquean el libre flujo de la casa, sin mencionar que la limpieza deja de hacerse presente porque es muy difícil limpiar cuando todo está en contra. Tu agenda, tu cabeza y tu casa están llenas de pensamientos y cosas por lo que no vives cómodamente ni funcionas correctamente. Es importante aquí reconocer que tu desorden te drena física y emocionalmente; es momento de que te cuestiones si es la vida que quieres vivir. Haciendo tu valoración de lo que quieres, de dónde estás y de lo que debes hacer, relájate toma un café o té y entonces empieza recordando que es un día a la vez por lo que no pretendas resolver tus problemas mágicamente ni de la noche a la mañana, es mejor hacer poco a poco las cosas y no en un fin de semana creer que puedes ordenar tu vida. Roma no se hizo en un día, el desorden tampoco por eso tomará tiempo ir encarrilando todo de vuelta, solo ten en mente eso para que no te desesperes.

Conociendo mejor como te relacionas con el desorden puedes ver que todo tiene solución, la cura es el esfuerzo y la mente clara sobre lo que debe ser nuestra vida y nuestro espacio.