Trabajo, quehaceres, tramitaciones, obligaciones de toda índole, falta de descanso, causas típicas que nos llevan a saturarnos no solo física sino mentalmente. No quisiéramos, pero es cada vez más común. Mucho se dice que antes la vida era más sencilla, tal vez es cierto o tal vez era solo diferente, pero la verdad es que hoy consumimos nuestros tiempos con más cosas que hacer, muchas se hacen de manera más simple que antes pero nos lleva a hacer más en lugar de menos. Todo llega a su límite y la mente pide esquina para bajarse del cuerpo. Usa algunos paliativos para hacer que la congestión mental desaparezca.
Ejercitarse. Un poco de ejercicio como una caminata o unos estiramientos son suficientes, no hablamos de que debas implementar una rutina para quemar calorías, se trata de usar la fisicalidad del cuerpo para ocupar tu mente en movimientos mecánicos, los canales de pensamiento se desbloquean al no estar pensando en el dilema por unos minutos. ¿Cuánto tiempo? Cinco minutos serán suficientes, un par de series de estiramiento inclusive si de verdad no quieres cansarte, realiza una sesión de respiraciones controladas y conscientes en las que cuentes de uno a siete en cada inhalación y exhalación también.
El Turista. Usa la perspectiva de un extraño; no, no es meter a nadie a tu espacio, es convertirte tu mismo en una especie de turista en tu territorio, mirar cada rincón, cada espacio, cada problema con un par fresco de ojos. Imagínate que eres alguien más y en como esa persona abordaría la materia en manos. Este ejercicio ayuda a destaparte mentalmente porque usas tu capacidad mental en crear un personaje, después de unos minutos, al volver a ser tu de nuevo, tendrás la mente más fresca, más optimizada para realizar eso que te había estado causando conflicto.
Algo atrevido. Para aplicar esta técnica es necesario tener un poco más de tiempo, la idea es hacer algo que habitualmente no hacemos, que se sale de nuestra zona de confort, pero eso sí, sin llegar a que sea un riesgo para nuestra integridad. Puedes desde ir a ver una película que no sea tu género preferido, montar en bicicleta en un bosque, ir de acampada si no lo has hecho. Los congestionamientos mentales no son algo que se quite de la noche a la mañana en muchas de las ocasiones, dependiendo de lo que los origina, pueden ser el resultado de meses de estrés y por ello necesitan más tiempo para disolverse. El optar por actividades que nunca has intentado, pone tu capacidad de adaptación al despierto, te brinda la oportunidad de resolver otras situaciones y muchas de ellas te dan herramientas para aplicarlas en tu congestión mental.
Novedades. No hablo de noticias, hablo de optar por lo nuevo; se que muchas veces lo nuevo y desconocido nos da temor, pero debemos aprovechar a nuestro favor esas experiencias. Probar una nueva comida, un nuevo corte, un nuevo lugar para vacacionar o hasta una nueva ruta para ir del trabajo a la casa, son métodos que nos ayudan a concientizarnos de nuestras elecciones, pues terminamos muchas veces haciendo las cosas de manera robótica y hasta las computadoras deben ser reseteadas de cuando en cuando para optimizar sus sistemas.
Romper rutina. Romper la rutina a la mitad del día por una vez al menos es un facilitador para que nuestro cerebro salga del letargo o de la congestión. El cambiar de actividad se vuelve en una cresta en un ritmo rutinario. La rutina se rompe desde hacer una llamada a una hora que no sueles hacerlas, escuchar una canción que rompa el silencio o que cambie el ánimo de la música de elevador de muchas oficinas. Lee un artículo corto que no se relacione a nada de lo que ocupa tu mente al momento. Pide que alguien te cuente un chiste, la risa siempre y bajo cualquier circunstancia es terapéutica. Si tu congestión es severa, podrías ir a un closet y gritar tan fuerte como puedas, también ayuda mucho.
No es nada grato tener congestionados nuestros pensamientos, por eso es importante hacer algo cuando nos suceda, en este caso como en casi todos los que tienen que ver con la salud o nuestro estado mental es importante reconocer sus primeras etapas pues mientras más dilación hay para enfrentarlo es más complicado poder resolverlo.