Al momento que escribí el artículo anterior sobre el ahorro del tiempo, fue inevitable con aquello de las llamadas telefónicas, pensar en algo que me resulta molesto, los excesivos detalles en las llamadas especialmente en las de trabajo. El teléfono se inventó para acortar distancias se dice, y de manera callada completamos la frase con no alargar las conversaciones. Nuestra capacidad de ser sociables es comúnmente exacerbada y nos extralimitamos en las llamadas al querer redondear nuestras conversaciones, la mayor parte del tiempo con detalles que no conducen a nada y que lejos de ser interesantes son innecesarios y hasta molestos.

Una conversación telefónica debe mantener en toda su duración su propósito, ser directa y alejada de preámbulos innecesarios, basta decir un hola o un saludo rápido para saltar al negocio de inmediato. Por mucha familiaridad que tengamos con el interlocutor debemos ajustarnos a la línea de ser precisos y llevar al grano para terminar en pocos minutos, por lo regular cuando una llamada supera los dos minutos se empieza a volver tediosa y muchas deblas ocasiones se pierde completamente el hilo de la conversación y divagamos en nuestra mente o hablamos tarugadas, dependiendo su se escucha o se habla.

Para mi de por sí las llamadas telefónicas no son algo que me agrade mucho especialmente las de trabajo, lo hago solo cuando nadie más está capacitado para atenderlas. Hay sin embargo muchas que no puedo rechazar pues son clientes que no admiten respuesta de parte de la recepcionista y aunque yo les diga lo mismo prefieren oírlo de mis labios, aún con ellos me gusta ir al grano y no dar rodeos. Hay otras llamadas que no puedo por más que lo intente hacer que sean al grano y breves, los telefonemas de mi jefe, por más que trato no puedo hacer que entienda que las largas llamadas no son buenas para el negocio y si perjudiciales para la productividad, especialmente la mía. Insiste cada que necesita algo darte los pormenores de la situación aunque no interese a tu propio quehacer, puede redundar hasta caer en detalles del género del chisme o del tipo información que pone imágenes mentales que no necesitabas para hacer un trabajo que no tiene correlación. Se pone peor cuando no entiende la diferencia entre usar un teléfono móvil y un radio comunicador. Si el teléfono es para conversaciones cortas el radio es prácticamente para frasear uno a la vez, cosa que pareciera no terminar de cuajar en su cabeza al pretender hacer del radio un dispositivo para charlas eternas.

Los cuentos son para la hora de ir a la cama, las historias para ser publicadas por un editor, los telefonemas para ser como las gallinas e ir al grano sin rodeos. No quiero decir que las llamadas personales deban cumplir ese criterio solo digo que cuando tenemos el tiempo medido o tratamos asuntos de importancia debemos tener nuestro cerebro enfocado a la tarea que tenemos en mano y atender solo eso sin adornos o guarniciones. La manera como manejas tu tiempo al teléfono es parte de tu forma de mejorar tu propia productividad, ten eso mente.