Yo solía ser de esos individuos que aborrecían los lunes, de hecho no solo los aborrecía, los odiaba con todo mi ser. Era tal mi desprecio por los lunes que desde el domingo a las 6 de la tarde empezaba un cambio en mi personalidad, me volvía un poco más neurótico, más voluble y más loco de lo habitual. Era casi insoportable estar conmigo mismo, han de imaginarse lo difícil que era para los demás siquiera osar con la idea de aproximarse a mi espacio vital. Esto se volvía más severo si por alguna razón económica o de tiempos no salía a pasear al menos unas horas en domingo. Pasar toda la semana encerrado en la oficina trabajando duro para de pilón el domingo estar en casa haciendo nada mejor que ver televisión con la programación más aburrida del mundo.
Poco a poco y por fricciones con mi pareja me fui dando cuenta que eso lejos de estar bien, representaba una conducta muy destructiva para mi mismo y para mis relaciones con los demás. Empecé a abrazar la idea de que el lunes no es en nada diferente del martes o jueves. Empecé a mentalizarme sobre la diferencia que hacemos sobre las cosas que nos afectan. Me decidí a resolver de una vez por todas los odiosos lunes y tratarlos como un día común y corriente.
La idea del lunes se ha convertido más que en un día de la semana en todo un concepto de desamparo, estrés adicional, desasosiego y depresión. El lunes es el primer día de la semana laboral para muchos, pero pocas veces nos detenemos a pensar que hay quién tiene un lunes en un martes o jueves; aquellos que laboran los domingos o con horarios no convencionales fragmentan sus días de inicio, término y descanso laboral en días muy distintos, por eso convine con el hecho de que satanizamos más de la cuenta el lunes. ¿Si tu lunes comienza en jueves como puede ser que sientas menos presión por ser jueves que por ser realmente lunes? Ahí fue pues, donde el foco se me encendió y dije por primera vez, hagamos del lunes un día más.
Podemos ser productivos en lunes, claro que podemos, la clave para ello es aplicar unos pocos hábitos de conducta para quitarle peso extra a ese día.
No satanices. Mientras más sientas que odias el lunes más desagradable será, si bien es cierto que marca tu término de descanso tienes que recordar que para poder descansar sabroso primero te tienes que cansar y ganar el descanso. El lunes deja de ser malo y se convierte en un proceso natural del sube y baja laboral.
No le des más importancia. Si el lunes siempre es pesado, pero si tu mismo le cargas más peso emocional terminarás teniendo una tonelada de preocupación antes de que siquiera termine el domingo.
Lo que empieza acaba. Así como un buen fin de semana tiene que terminar, del mismo modo el lunes solo dura 24 horas, muchas de las cuales pasas dormido y otras tantas haciendo cosas que no son trabajo, por tanto, el lunes también perece al final del día.
Mejor tenerlos que añorarlos. La economía en un demonio que se mueve a su propio paso y varias veces vemos como azota nuestras vidas con alguna de sus crisis. Hoy más que nunca creo que es mejor tener “lunes odiosos” que tener “lunes ociosos”. Si no tienes un lunes pesado es probable que tampoco tengas trabajo y si no lo tienes no puedes proveerte lo necesario para la vida tuya y de tu familia, así que sería mejor agradecer un poco de estrés en lunes que mucho estrés y depresión sentado en una banca.
Vive el día. Todos los días son importantes en nuestra vida, deben serlo y lo sabes bien, porque la vida es eso que pasa en un abrir y cerrar de ojos, por lo que no podemos darnos el lujo de desperdiciar ninguno de sus días sean buenos o malos. No tenemos un temporizador que nos diga cuando se acaba la mecha de nuestra vela interna, así que tenemos que disfrutar lo dulce y lo amargo de la vida como si fuera el último día que vemos la luz del sol.
Con estos mecanismos de defensa por así llamarlos podemos quitarle al lunes su poder de destrucción de espíritus y dotarle un halo de benefactor; viéndolo por el lado amable cada semana solo tiene un lunes y los otros seis no lo son.