Al momento de cobrar conciencia sobre la importancia del tiempo, y haber empezado a organizar nuestras actividades y tareas de modo bidireccional “A todo tiempo le corresponde una tarea”; podremos ensoñar nuestro espacio ideal; la apariencia de alacenas y cocina cuando se logre controlar el desorden que se acumula entre su uso y la constante llegada de los nuevos víveres; disfrutar la relajación total de nuestra recámara con closets que no pidan a gritos que sus puertas se cierren cual cónclave Vaticano para no dejar salir ni entrar nada; sumergirnos en la experiencia de un baño con alma de spa no obstante su reducida área. Todos estos sueños a veces guajiros y muchos más podremos cumplimentarlos. No necesitamos la vara mágica de Harry Potter o el toque de un Rey Midas del Orden, nuestros únicos requerimientos son paciencia, trabajo, determinación y un cambio de actitud.
Bueno pero, ¿Por dónde empezar?, no hay una respuesta correcta para ello, todas lo son; dependen de cada individuo y sus necesidades particulares de organizar su espacio. La casa, la oficina, el negocio, la despensa o el cajón de los calcetines; todas son opciones para empezar. No pretendas al hablar de casa o negocio, ordenarlo todo en una sentada. Vuelve a los puntos relacionados en el artículo El tiempo, ese gran villano, recuerda el tiempo es un recurso no renovable por lo que debes emplearlo a conciencia y en ello va no morder más de lo que puedas masticar. Pequeños pasos son preferibles a grandes zancadas, las zancadas cansan, los pasitos te permiten respirar y sobretodo tener aguante. Como popularmente se dice no eches toda la carne al asador ni todos los huevos en la misma canasta.
Definida la tarea que quieres atajar, viene la planeación, tiempo de realización y como resultado natural la ejecución. No presentarás serie de cartulinas amarradas a un rotafolio, ni toda una calendarización rígida como logística de misión espacial; mantenlo simple, ahí está la clave. Una hoja de papel a manera de lista por hacer con los puntos claros de lo que quieres alcanzar y en una esquina tiempo que le dedicaras en horas y días.
Vamos a ejemplificar, una cómoda de 6 cajones, te puede tomar 5 minutos por cajón o 15, dependerá de la cantidad de cosas que tengas en cada uno. Tus herramientas ya habiendo acordado el tiempo que tienes disponible serán unas canastas, botes o bolsas; etiqueta cada una del siguiente modo:
- Conservar, prendas o contenido que reacomodarás en esos mismos cajones
- Donar, contenido susceptible de dar en donación a caridad o a alguien que pueda hacer buen uso
- Otros, contenido que se acomodará en otro mueble o parte de la casa.
- Tirar, contenido que sin miramientos ira al bote de la basura
¿No tienes bolsas o botes? clasifica apilando los contenidos. No vuelques los 6 cajones a la vez, hazlo uno a uno para que el proceso de clasificación sea más sencillo y menos abrumante. Ya clasificado, ordena doblando las prendas o agrupando los contenidos de los cajones por tamaños. Si te apetece ordena por color, es decisión personal. Coloca ahora las prendas de modo que lo que más se usa quede más a la mano, digamos en los cajones superiores y lo de menor uso en los inferiores, aunque no está escrito en piedra, la regla será lo que más te acomode.
Este conjunto de reglas de acomodo determinará el sistema de organización individual; este será de suma importancia pues aprender a organizar será la llave que abra los candados para deshacernos del desorden. No organizas el desorden, te deshaces de él; tus pertenencias son las que organizas.