Nunca esta de más pensar en lo que vamos a hacer, en lo que vamos a decir y en lo que vamos a comprar. Para todo hay un momento y lugar, por eso no debemos dejarnos llevar por el impulso, por la adrenalina, por la emoción. Se los digo en serio, no miento si digo que es difícil porque yo mismo soy un ser muy visceral y suelo actuar antes de pensar, cosa que me ha metido en problemas, razón por la cual trato de pensar siempre antes de actuar. No solo por que evito problemas, también porque encuentro mejores soluciones.
Razona antes de hacer, es particularmente importante razonar previo a la acción, pues una mala decisión en el momento inoportuno puede conducirnos a pagar graves consecuencias, no digo que letales pero si dolorosas. Importante es analizar el escenario general para saber que toda acción que emprendamos puede tener por lo regular dos resultados, uno positivo y otro negativo. Ante el primero puede haber una sensación de alivio y victoria. Ante el segundo es necesario tener la cabeza fría para poder contrarrestar el resultado negativo y tomar cartas en el asunto para revertirlo o mejorarlo.
Razona antes de hablar, es muy sencillo herir los sentimientos de otros y en respuesta obtenemos los nuestros heridos por eso es sabio pensar antes de decir nada, especialmente si es materia no agradable a los oídos del receptor. Se gentil, hasta las cosas desagradables se pueden decir de buen modo.
Razona antes de comprar, porque si nos dejamos llevar por el amable consumismo navideño podremos terminar con la casa abarrotada de cosas que no usaremos, que realmente no queremos y que nos roban espacio sin contar que nuestro cochinito, la cuenta bancaria y las deudas de crédito se conviertan en una pesadilla financiera los meses o años venideros. No es grato pagar por mucho tiempo cosas que hace mucho tiempo dejamos de usar, o que sigamos pagando cosas de la navidad anterior.
Razonamiento es un compromiso que debemos practicar todos los días del año pero esta época es un buen pretexto para iniciar.