Si nuestros muebles hablaran, en especial nuestro escritorio, ¿Qué nos reclamaría? Creo que la principal queja sería contra la cantidad de cosas que ponemos en él, también la falta de limpieza por las prisas del trabajo. Buen para que no te reclame te presento unos consejos para que el escritorio no sea mudo preso de nuestro caos diario.
Lapicero con lo necesario, nada más. Aquí me declaro culpable, me gustan los lapiceros rebosantes de instrumentos, pero la realidad es que de todo el puño cuando quieres una pluma azul es la que precisamente no encuentras, acostúmbrate a tener un lapicero esencial con un elemento de cada cosa, además con ello evitas que te pidan prestado y no te devuelvan.
Papeles ordenados en su bandeja. Esta es una herramienta importante, una bandeja de entrada si no las conoces es una especie de repisa tamaño oficio o carta, que son como dos o tres pisos. En ella destina cada nivel para un cierto tipo de papeles, de entrada, de salida, archivar, etc. Esto te permite tener más control de los documentos en físico y no rodarán por el escritorio con riesgo de extraviarse.
Archivos del día únicamente. Es común que por flojera, falta de pericia o incluso logística, terminamos con un cerro de papeles sobre el escritorio, primero que nada saca provecho de tu bandeja de entrada en una de las divisiones coloca lo que entra y en otra lo que sale en cuestión de expedientes, además haz fuerza de voluntad y solo saca a la vista los expedientes del día, si no lo vas a trabajar no tiene caso tenerlo fuera, corres más riesgo de extraviar algún documento importante.
Nada de coleccionables. Te lo digo claro es oficina no guardería, así sea oficina de casa, el escritorio no es un espacio de exhibición de cuanta colección tengamos a la mano, o de aquella que vamos formando porque compramos las cajitas felices de cierta hamburguesería o marca de huevos de chocolate. Si has de ganarte el respeto como profesional de lo que haces, tu espacio, así sea un minúsculo cubículo debe proyectar seriedad no parecer una cosa que no es.
No más de tres toques personales. Decir que tu escritorio no es la guardería no equivale a decir que debe ser una tabla estéril, claro que no. Los toques personales dan vida a todos los espacios, pero siempre deben mantenerse en sana medida y con buen gusto, un portarretrato con la imagen familiar, un objeto de algún viaje significativo, la taza favorita o una pieza de arte pequeña son ideales. Trata solamente de que no sean más de tres para darles la importancia de exhibición que merecen y que el espacio no pierda su aspecto profesional.
Desechar revistas o catálogos inútiles. Catálogos o revistas que no sean actuales se deben tirar, en su momento opta por versiones digitales, con el paso de los tiempos casi todos los proveedores de renombre se dan cuenta de sus ventajas al emitir catálogos digitales pues es más sencillo su revisión, lo mismo pasa con revistas y periódicos que por el mismo o menor precio te los entregan en tu correo electrónico o por medio de aplicaciones en tus dispositivos.
Minimizar impresiones. Este tema es muy delicado porque involucra dos aspectos importantes, el factor económico y el medio ambiente. Basta de gastar papel indiscriminadamente, si bien no es un recurso caro si es de lo que más se desperdicia en las empresas, obligando a desviar recursos para mantener las remesas de papel restándolo de otras cosas importantes. Desde el punto de vista ambiental, dañamos más al ambiente porque deben talarse más zonas boscosas para producir el papel y los desechos del mismo son más grandes cada año. A cambiar de mentalidad, pero ya.
El truco de las plantillas de foamy. Este es un truco muy valioso para cuando tienes que prestar artículos como engrapadora, tijeras o reglas. Fue ideado por una amiga que trabaja en una dependencia de gobierno, quien harta de que sus cosas danzaran por toda la oficina como perros sin dueño, decidió en el cajón superior de su escritorio, recortar las formas de las herramientas en foamy, esa lamina de espuma como hule que se usa en manualidades, las pego al cajón y sobre ellas colocaba cada instrumento, así con solo mirar el cajón podía percatarse que había sido tomado encomiando a sus compañeros a devolverlos al mismo sitio una vez terminada la labor en mano. Es un método muy infantil tal vez, pero la verdad me parece muy eficaz para que cada persona se responsabilice de devolver y acomodar cada cosa que utiliza.
Son pequeñas ayudas todas las anteriores para que encuentres los pies y la cabeza, o mejor debería de decir las patas y la cubierta del escritorio. Recuerda que desde nuestra apariencia, nuestra casa, nuestro auto y claro nuestro espacio de trabajo emanamos una imagen que es aquella por la que nos han de reconocer los demás.