Hablar de minimalismo implica establecer la actividad humana primeramente en la que se sitúa como contexto. El minimalismo es un estilo de arquitectura, en la moda también se habla de minimalismo, en las artes plásticas. Supongo que deberá haber más campos donde se aplique un concepto de minimalismo, los desconozco todos. En arquitectura especialmente, que es la materia que por antecedentes académicos conozco, el minimalismo se refiere a una corriente estilística que se empieza a acuñar a finales de la década de los 30 en el siglo pasado. Uno de sus principales exponentes Mies Van Der Rohe acuñó la frase “menos es más” para resumir de manera simple lo que perseguía esta expresión arquitectónica. La frase se usa en distintas áreas creativas para definir las corrientes minimalistas. En la vida se puede ser minimalista también.
Es un tema que apenas descubro como materia didáctica, de organización y escrita; pero es algo que instintivamente ya practico desde hace muchos años. Contrariamente a lo que pasa con las personas que pasan por etapas en que pierden sus posesiones o incluso su casa, lejos de convertirme en un acumulador por haber perdido la seguridad material en mi niñez casi adolescencia, me convertí en un ser práctico en materia de posesiones. Cuando ya pude valerme por mi mismo y tener un ingreso estable, practiqué la efervescencia del consumismo alocado; siempre me definiré como comprador compulsivo. De 2 a 4 veces por semana visitaba tiendas departamentales sin salir de ellas con las manos vacías.
Pasé algunas privaciones materiales de joven, tampoco siento que hayan sido dramáticas o desastrosas, pero de algún modo aprendí a ver que las cosas un día están en tu poder y al día siguiente te las arrebatan o tienes que venderlas para necesidades más apremiantes. Aún siendo comprador compulsivo jamás atasqué mi casa con las compras, todo tenía un lugar y muy constantemente aprovechaba que al no haber más espacio debía deshacerme de cosas por lo que organizaba ventas de cochera, que yo llamaba de patio porque eran más íntimas y solo para amigos o familia. Así mantenía todo en un nivel aceptable. Después pensé que debía tener un objetivo menos frívolo que comprar por comprar y empecé a viajar, por lo que detuve la vorágine consumista y me enfoque a ahorrar para viajar.
Con el paso del tiempo he comprendido que las cosas más maravillosas que uno puede poseer son las experiencias, por lo que ahora que descubro gente que escribe o enseña sobre el minimalismo aplicado a la vida diaria, me siento atraído, porque no cabe duda que es más sencillo vivir cuando se tiene poco porque hay menos cosas de las que preocuparse, que cuando se tienen cosas por millares y el pensar en perderlo vuelve la vida más estresante.
Quiero aprender a vivir cada día con menos cosas, con cosas que me hagan feliz, con cosas que me provoquen un gozo, una emoción, un buen recuerdo. Claro tampoco diré que no compraré nada, es necesario vestir, comer, hacer cosas con cosas por lo que es necesario consumir, pero ahora quiero pensar más en para que necesito algo y no solo pensar que ese algo es algo que quiero tener.
Mi meta al siguiente año quiero que sea adquirir menos cosas pero más experiencias, por lo que me empaparé más y más del tema del minimalismo. ¿Qué me dices tu, prefieras las cosas sobre las emociones?