Hablé anteriormente de la importancia de la urbanidad, ahora toco un tema que viene relacionado pero que no deja de intrigarme, los muebles tirados. No hablo de que sean muebles que tienen toda la ropa encima por no doblaste y guardaste las prendas al estar secas, me refiero a esa costumbre rara que hay en ciertas personas de dejar sofás, sillas y hasta colchones en la banqueta o en el lote baldío que les queda a mano.
Al principio yo creía que era algo que sucedía en zonas populares, y para mi sorpresa hace unos días caminaba por una calle nueva cerca de casa,; mi colonia si bien no es rica es una colonia común y corriente y colinda con condominio privado junto al cuál hay varios terrenos vacíos en espera de que sean ocupados por negocios pues es su uso de suelo. Bueno pues resulta que ahí en uno de esos lotes, un colchón tirado, como Arquitecto fácil reconocí un tamaño queen size con un forro propio de colchones que rondan los 7,000 pesos. Pensé, no es exclusivo de estratos sociales; estoy seguro de que por muy orgánicos que sean sus materiales, no se van a degradar ni aunque les caiga una tromba encima; entonces ¿Qué trasfondo tiene abandonar una pieza de mobiliario aún en mal estado? Tengo mis conclusiones.
La primera es que, al carecer de urbanidad la gente considera que no tiene. Importancia tirar basura a la calle o a un baldío, no importando el tamaño de la misma, al fin de cuentas con la intemperie y el probable vandalismo, la pieza terminará siendo basura.
La segunda, tiene que ver con la incapacidad que se tiene de lidiar con los problemas. Muchas veces conocemos o incluso nosotros mismos creemos que por cerrar los ojos a una realidad, el problema que nos aqueja desaparece. En el caso de un mueble al no tenerlo cerca, el problema se convierte en problema de alguien más. Esa incapacidad hacer frente a los contratiempos creo que es bien simbolizada con el mueble, “no quiero hacerme cargo del asunto, solo lo aviento a la calle” reforzado el pensamiento con que seguro ya hay un remplazo de mueble o en el caso de un problema, algo “entretenido” nos detiene de pensar en lo que no lo es.
Una tercera conclusión, es una que combina dos aspectos negativos, el del hoarding o acumulación emocional con el egoísmo. Por una parte no quiero dejar ir aquello a lo que me aferro, las cosas representan mi estado emocional, primero dejo a un lado el mueble, después lo voy sacando y cuando no hay más remedio, me deshago de él pero asegurándome que nadie más le de un uso pues representa mi carga emocional y con mi egoísmo al cederlo lo prefiero destrozado o inservible que en manos de alguien que pueda aprovecharle.
El desinterés por nuestros problemas y la falta de una manera eficiente de manejarlos, se ve reflejada en muchos actos de nuestra vida. Aventar los muebles “inservibles” a la calle puede ser un reflejo de que algo no anda bien. Hay que darles un destino apropiado es caso de que no puedan reutilizarse o donarlos a quién necesita que le echemos una mano con un colchón viejo o un sillón donde sentarse, dejemos de cargar el equipaje emocional, dejemos de ser insensibles, hagamos lo que es correcto a la hora de la urbanidad, es importante hacerlo para cambiar nuestro entorno y nuestra mentalidad. ¿Te ha sucedido ver una situación similar? ¿Habías pensado que nuestra urbanidad es un reflejo del interior? Espero tus comentarios.