Valor agregado es la diferencia entre contratar un organizador profesional de espacios y alguien que solo hace la limpieza y ordena sin un sistema.
La exposición en medios de comunicación de la profesión de organizar ha crecido exponencialmente. En particular, para los países como México y el resto de América Latina en que este oficio es menos conocido que en países del norte, la atención mediática nos ofrece la posibilidad de que más personas conozcan lo que hacemos, nos permitan presentar nuestros servicios y se nos de la oportunidad de ayudarles a reevaluar el orden de sus espacios.
Claro que ello tiene un lado negativo. Vivimos en una economía de mercado, al existir demanda de productos o servicios, existirá la contraparte que los ofrece. En el oleaje de oferta-demanda, surgen en muchas profesiones, como la de organizar, personas que apuestan por ofrecer el servicio, sin embargo a diferencia de los profesionales, no tienen preparación adecuada para brindar un servicio de valor agregado. Así pues, improvisación y oportunismo se hacen presentes, con ello, que muchas personas, lejos de ser realmente ayudadas, terminen en situación en que su inversión no reditúa beneficios reales.
¿Qué valor agregado ofrecemos?
Como organizadores profesionales, ofrecemos un servicio que tiene un respaldo educativo, de experiencia y de valor agregado. Por lo tanto un organizador profesional de espacios:
- No es improvisado.
- Ha tomado clases y cursos para serlo.
- Se educa continuamente.
- Se vincula a un código de ética.
- No juzga a las personas por su desorden.
- Es empático con la situación y las personas.
- Siempre tiene y ejecuta altos estándares.
- Facilita la toma de decisiones siempre.
- Siempre va a crear un sistema a la medida de sus clientes, no aplica el mismo criterio para todos, pues cada situación es particular.
- Sabe que organizar es establecer sistemas no solo pasar un trapo y alinear prendas.
La decisión siempre es del cliente
Como lo mencioné, vivimos en una economía de mercado, donde somos libres de contratar los servicios que se ajusten a nuestro caso específico. El cliente tiene el poder de hacer negocios con su mejor opción. Lo que si es importante, es ser un consumidor de servicios informado y reconocer cuándo se trata con un profesional y cuándo con alguien improvisado. Recuerda que por cuidar los centavos, descuidamos los pesos.