Crecimos sentenciados a no hacer ciertas tareas por ser varones. Limpiar y organizar no es cosa de mujeres solamente, depura esa idea inútil.
Siendo 8 de marzo, día en que internacionalmente se conmemora a la mujer, pensé escribir algo que los hombres tenemos programado en el cerebro. “Atender la casa, el orden, los niños son cosa de mujeres”. Lo bueno que yo crecí con una madre que tanto a mi como a mi hermano nos ponía nuestros quehaceres para ayudar en la casa. Eso nos permitió crear habilidades importantes que a la postre nos sirvieron. Saber limpiar, poner orden y hasta cocinar, son mis más grandes legados. Sin embargo, ha habido y sigue habiendo generaciones de hombres que siguen pensando que las actividades del hogar y la crianza solo son cosas de mujeres.
Bueno caballeros, a riesgo de que molestos cierren esta publicación, organizar no es cosa de mujeres. Organizar es una habilidad básica de vida, por tanto, es necesaria para tener claridad de pensamiento y asertividad de acción. Y créanme, comienza desde el espacio mismo donde vivimos no solo aplica al ámbito laboral.
Origen del prejuicio
No soy sociólogo. No tengo una investigación sustentada científicamente para mi opinión. En un juego de pensamiento. Puedo ver que parte del origen de asociar la organización y el orden al reino femenino, yace en que por muchos años (y todavía en algunos países), la mujer solo tenía dos obligaciones. La obligación de ser madre y de administrar la casa. Esos roles se les dieron históricamente para frenar su avance y denegar su capacidad intelectual. Entonces, ser ama de casa se volvió un sello de obediencia, paciencia, sumisión, bondad, preocupación, etc. Puras cualidades que, si bien son buenas, se las endilgaron sin preguntar. El epítome de ser mujer realizada era tener hijos y una casa linda. Esa imagen ha sido explotada hasta el hartazgo y lo hombres hemos sido adiestrados a creer que solo eso saben hacer bien.
La contraparte
El hombre por el contrario es el fuerte, el proveedor, el que lleva el alimento a la cueva (de manera metafórica). No puede dudar, no puede ser débil. Hay que salir a la jungla o la estepa o cualquier zona que implique riesgo para mostrar que puede hacer todo y que tiene valía. Entonces, hacer cosas “femeninas” como cuidar de una familia (no solo en el sentido económico) y cuidar de tener un espacio lindo, ordenado, organizado, se vuelve un estigma que mancha su imagen. Por eso luego no levantan un plato y exigen comida caliente. Es cierto que así fuimos condicionados, incluso por las mismas mujeres de nuestra casa, pero eso era antes. Al tener capacidad de razonar, podemos ser capaces de discernir qué creencias o condicionamientos son válidos y cuáles no. Por eso podemos cambiar el paradigma. Podemos entender que organizar es una habilidad que todos podemos practicar para beneficio propio y de los nuestros.
¡No! Organizar no es cosa de mujeres
Organizar es cosa de cualquier individuo que quiere vivir en un sitio que le transmita paz. Es de cualquier persona que requiera cumplir a tiempo con sus objetivos del día y de vida. Organizar es una habilidad que nos ayuda a determinar el peso y valor (no costo) de las cosas y situaciones para elegir aquello que suma, no lo que nos resta. Organizar pues es para todos, hombres, mujeres, individuos, personas, raza humana en general. Porque nos brinda la oportunidad de tener mejor calidad de vida, en lo personal como en lo colectivo.
¿Es un tema polémico? Lo es, porque nos pone en una situación de cuestionar y reconocer que muchas creencias y enseñanzas no tienen cabida en este momento. La mejor manera de avanzar es cuestionar las bases, para determinar cuáles son sólidas y cuáles solo distracción sin sentido.