No hay recetas para la organización, aunque si hay métodos en virtud que cada caso y persona son diferentes. Del método podemos inferir pasos básicos que pueden ajustarse con variaciones a prácticamente cualquier tipo de persona deseosa de organizarse.
Rutina. Todos los actos de nuestra vida diaria determinan una rutina aunque no nos demos cuenta de ello. Al momento de reconocer que tenemos una rutina y cada uno de sus componentes podemos identificar dónde, cómo y cuándo podemos hacer los ajustes necesarios para integrar en esa rutina todo lo que queramos obtener como productividad durante nuestro día. La rutina no tiene porque ser sinónimo de aburrimiento y sin debe ser la llave para estructurar nuestro tiempo y actividades. Siempre puedes dejar espacio abierto en tu rutina para imprevistos.
Plan. Lo hemos mencionado varias veces, ante todo la planeación. No podemos esperar un día productivo si no tenemos un plan de acción que respalde la rutina a seguir. Agendar las actividades, determinar su duración y atajarlas respetando sus momentos es la clave para que nuestro plan de frutos. Si pretendemos planear al momento de ejecutar terminaremos empleando más tiempo y energía en lograr que las cosas se realicen. Solo debemos planear en el momento aquello que resulte ser un imprevisto.
Hábito. Reconocer nuestros vicios y fortalecer los hábitos es necesario para obtener la recompensa del éxito. Anclarnos a nuestros vicios es anclar a muelle el bote que nos conduce a la realización. Es duro romper con esos vicios pero no es imposible, lo que hay que hacer es tomarse un día a la vez para dejar atrás el vicio de la postergación por ejemplo. Romper un vicio y cimentar un buen hábito lleva tiempo y paciencia, pero no es una tarea imposible de alcanzar, empieza ya mismo.
Actitud. La actitud es todo, ella pone el tono y humor del día y solo hay dos modos de dirigirla, para bien o para mal. Hay tareas que nos causan agrado y por regla general mostramos una gran actitud y alegría de realizarlas; pero como todos también hay actividades que se vuelven un verdadero dolor de cabeza, a veces por complejas a veces solo porque no entran en nuestra categoría de “Me gusta”, pero si decides tener una mala actitud ante ese tipo de tareas y de todos modos tienes que hacerlas, lo único que consigues es intensificar el desagrado que te causa. Aun con las tareas desagradables del día, abordarlas con buena actitud, con una sonrisa y con la idea de que al mal paso se le da la prisa, conseguirás aliviar tu carga resultando en una productividad mayor por tanto una sonrisa más grande al terminar de hacer lo que siempre has pospuesto.
Si aplicas los pasos y los ajustas a tu personalidad podrás mejorar tus habilidades para lograr que las cosas se hagan en tiempo y forma. De cuando en cuando integra pequeñas cosas que te hagan sentir bien y te diviertan para que la vida sea más relajada y todo se convierta en un placer. Acuérdate que la organización y sus pasos son como jugar Jenga poco a poco pones las piezas de madera de forma que queden bien balanceadas, mientras mejor acomodadas estén más estable la estructura de tu organización.