Todos por diversas etapas de nuestra vida pasamos por uno o más momentos en los que hacemos cosas que en nuestra cabeza sabemos que no nos convienen. Esa necedad no es extraña a nadie y se ve acentuada cuando alguien más nos hace ver lo mal que estamos actuando con respecto a un situación particular. Y aún a pesar de nuestro sano juicio, a pesar de que vemos encendidas todas la luces rojas, vamos de bruces a estrellarnos con esa pared construida con ladrillos testarudos que nos hacen dañarnos emocional o físicamente contra toda lógica o sentido de supervivencia. Es difícil parar con estas conductas sobretodo antes del descalabro, por eso me llamó la atención una publicación de Valentina Thörner Da Cruz del blog Vale de Oro Sostenibilidad y Minimalismo
“La disonancia cognitiva es la situación cuando lo que dices y lo que haces no están alineados. Es una sensación incómoda y el cerebro hará todo lo posible para resolver esta disonancia: o puedes cambiar la situación, o la narrativa. Es por eso que anotar tus planes en un papel tiene tanto éxito. Si te comprometes por escrito a salir a correr tres veces por semana, hay más posibilidad de que lo consigas que si tan solo lo has dicho o pensado. La palabra por escrito pone tu cerebro en la situación de tener que admitir que o estás mintiendo, o mejor empiezas a actuar ya.”
Ahora el concepto disonancia cognitiva se me ha quedado prendado del cerebro y hace que tantas cosas tengan lógica, para mi y para cosas que veo les pasan a mis amigos. Hablamos siempre de algo que está en nuestra cabeza, pero actuamos de manera incongruente haciendo todo lo contrario, pues no estamos en concordancia. Esto nos va conduciendo a situaciones precarias donde lo que está en juego es nuestra sanidad emocional y si nos empeñamos podemos comprometer nuestra sanidad mental y física, en casos extremos la vida. Utilizar la herramienta de escribir nuestras intenciones se hace pues necesaria, total en el último de los casos no tenemos nada que perder.
Creo que comprometernos por escrito a llevar una concordancia de pensamiento y acción, es la mejor manera de organizar la vida; lo mismo hacemos una lista para organizar las compras del supermercado que para organizar los mandados que requieren llevarse a cabo en el día a día. Ya había utilizado audiolibros y visto programas para bajar de peso que requerían hacer un diario de lo que comemos desde wue nos levantamos hasta que regresamos a la cama, solo así podíamos darnos cuenta de cuanta comida ingerimos. Confieso que nunca lo llevé a cabo pues me parecía ocioso, pero leyendo más de temas similares y de los procesos de atracción de las vibraciones, me queda más claro y se mete más en mi subconsciente la idea de que la palabra escrita perdura más que la que se dispersa al viento o la que se guarda solo en los pensamientos.
Vale la pena el intento y dejar de decir que vamos a hacer algo. Vale la pena escribir y ver esa hoja de papel y tinta impresa como no solo un compromiso sino un contrato legal con un mismo, como un método de persuasión para de una vez por todas tomar la riendas de asuntos sin terminar o que nos dañan, al final de cuentas quien debe salir victorioso es uno mismo y el éxito es un asunto tan personal como nuestras huellas dactilares.