Uno de los momentos ideales para reducir el abarrotamiento de la casa, es sin duda el momento de la mudanza. Cuando nos movemos de un lugar a otro es ideal aprovechar la empacada de cosas para empezar a deshacernos de aquello que no llena una necesidad en nuestras vidas como solía llenarlo en el momento que lo adquirimos. Ir poniendo las cosas que poseemos en cajas nos sirve para desechar lo que no es útil o donar lo que pueda servirle a alguien más; es el momento inclusive para poder hacer una venta de cochera y sacar algunos pesos para subsanar gastos que son provocados por la misma mudanza.

Imagen Ikea.com

Es claro que cuando se trata de trasladarnos a otra parte donde vivir, es por lo regular un evento que acontece y del que tenemos noticia tiempo antes, por lo que organizarnos es el mejor método para hacer la mudanza lo menos dolorosa y problemática posible. Así pues, podemos establecer los momentos adecuados para  empezar a escombrar closets y muebles determinando que de todo ello es necesario dejar ir. Con esa misma calendarización comenzamos a establecer las fechas para una posible venta de cochera, los contenidos a vender y precios. El empacar todo habiendo conseguido las cajas o embalajes adecuados. Al final de todo se cumple con la fecha establecida desde un inicio para de hecho, hacer la mudanza ya con el servicio de traslado contratado o en caso de hacerla nosotros mismos con amigos o familia subir todo a las camionetas y decir bon voyage, aunque sea en la misma ciudad.

Si tu caso es el de una mudanza inesperada, abrupta por las razones que sean, no te alarmes, también puedes reducir lo que no necesitas pero a diferencia del primer caso lo harás al llegar al sitio de destino. Esta de más hablar de organización cuando tienes que resolver una mudanza en cosa de días o inclusive horas. Es demasiado pedir que hallas ordenado cajas por habitación o tipo de contenido, de hecho es hasta un poco lunático en ciertos casos extremos que siquiera haya cajas. Se dan los casos en que tienes que hacer tu mudanza en bolsas, maletas o cualquier cosa que sirva para cargar si perder nada.

Entonces si eres de los que tienes que organizarte a la llegada el proceso es básicamente inverso que cuando lo haces de manera anticipada. Al ir sacando cosas de sus embalajes ve colocando en la habitación a la que pertenezca pero haciendo la rápida decisión de si se queda, se tira o se dona. Así lo que no formará parte de tu nuevo hogar se irá apilando muy cerca de la puerta para darle amplio paso al destino que elegiste para todo eso.

En el Proyecto Naborita, me he topado más con la segunda opción que con la primera, pues mi madre de improviso le solicitaron el estudio donde residía, fue algo de improviso por conveniencias del propietario y aunque le dio un tiempo razonable por razones de la familia tuvimos que hacerlo expedito. Se revisó lo que se debía conservar, se vendió lo que era susceptible y se empacó como se pudo el resto. En lo que se conseguía lugar para que viviera se quedó a vivir unos meses con nosotros. En el inter yo aproveche para ejercer un crédito hipotecario y así surgió el proyecto que me toma mis fines de semana además de la escritura de este blog.

El caso es pues, que es ahora que ya me fue entregada la finca y que pasó la etapa más pesada de la habilitación del espacio, que estamos llevando las cosas que habían sido empacadas en la prisa y a la salida de estas de sus empaques hemos estado haciendo tanto las decisiones de conservar y botar como de su organización a la hora de ir colocándolas en sus habitaciones de destino.

Con todo esta experiencia he notado que las mudanzas son el mejor aliado para lograr la organización de nuestras cosas, especialmente si somos de los que nos reusamos a mirar el acumulamiento de nuestras posesiones y volteamos para el otro lado donde proyectamos nuestras alucinaciones de un mundo feliz libre de triques.