No pocas veces he mencionado que nuestro espacio es resultado de aquello que nos define como personas, nuestra personalidad, nuestros gustos, nuestros anhelos. Es por ello que el espacio en sí mismo, se convierte un reflejo de nosotros mismos; es una radiografía expuesta a todo el que cruza el umbral de nuestra casa, y está ahí lista para leerse libremente.
© Nacho Eguiarte / NACHOrganiza
Pasa precisamente que cuando invitamos amigos o familia a celebrar una ocasión, a convivir por el puro placer, a conocer nuestro sitio, que podemos entrar en pánico, tratamos de mantener todo desorden fuera de la vista crítica del intruso (aunque nosotros le hayamos invitado). No queremos ser juzgados por no haber barrido, por no haber tenido tiempo de sacudir el ventilador que está lleno de lanas acumuladas por semanas; no queremos el más mínimo atisbo de una situación desastrosa que evidencie que somos sucios, desordenados, flojos. Esto genera un estrés adicional a nuestra vida que, en términos muy llanos no deberíamos experimentar, pues no es necesario llegar a extremos de correr como locos de un lado a otro sacudiendo con una mano, con otra barriendo y con los dientes alojando el desorden en el armario más cercano.
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Es más simple que si quieres ser percibido de determinada manera por los extraños (amigos o no), te centres en mantener el orden en lugar de controlar el desorden. Pequeñas tareas diarias son más efectivas que una sola empresa titánica casi imposible de realizar en tiempo y forma cuando tendrás visita. Recuerda que la crítica no solo es ajena, también es por parte de tu misma familia, la que habita contigo; más allá la crítica más severa ha de ser la tuya; por tanto para evitar sobresaltos y posibles infartos, establece tareas diarias que te lleven poco tiempo, y pinta en tu cabeza o en un pizarrón, tu ideal de espacio para que te recuerdes diariamente que los pequeños pasos te conducen a los destinos más lejanos.
Nunca dejes de lado, que la opinión más importante es la tuya, y es a ti a quién tienes que complacer en la búsqueda de lo que quieres reflejar a los demás, en todo caso ese reflejo debe incluir a los que comparten tu espacio inmediato. No trates de ser como otros trata de ser como tu mismo.
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Dentro de tu panorama ideal deberás tener siempre bien marcados los objetivos a cumplir y el tiempo de llevarlos a cabo. Si quieres llegar al punto en que tu casa sea un modelo a seguir necesitarás trabajar en ella a diario por mucho tiempo, ninguna cantidad de esfuerzo o dinero hará que un resultado “rápido” resulte más perenne y satisfactorio que el esfuerzo cotidiano por alcanzar la meta. La organización es como bajar de peso, puedes hacerlo de forma rápida y casi milagrosa pero al final sabes que el rebote será espantoso y el resultado nefasto pues te sumirá en depresión. Mejor un paso que dure.