Seamos partidarios en esta temporada navideña de minimizar nuestros gastos, presupuestar todo y gastar con sensatez. Es bueno querer darle a los seres queridos cosas, es más bueno cuando esas cosas no nos dejan con los bolsillos rotos, es todavía mejor cuando el regalo que elegimos les resulta de utilidad.
Presupuesta tu aguinaldo o los ahorros que hayas destinado para la ocasión, busca y compara precios y calidades de cosas similares, no siempre podrás hacerlo con la misma marca en dos sitios distintos. Recapacita antes de comprar para que la suma de las compras no te vaya a dejar como dice mi madre más bruja de lo que llegaste.
Aunque haya poco tiempo ya, haz memoria, recuerda el tipo de cosas que a la persona le agradan pero que sobre todo le sirven en su día a día, nada como un regalo de utilidad para estar presente todos los días con la persona mientras usa nuestro presente.
Cuando no tengas un presupuesto amplio no te vayas por lo más brillante ni por lo más grande ni siquiera por lo más vistoso, pon a prueba tu capacidad de encontrar cosas dentro de tu presupuesto que tengan ese detalle único, peculiar, que haga que la persona que recibe ese detalle se sienta honrado porque te diste a la tarea de conseguir algo admirable.
Ahora que si tu presupuesto está más helado que el polo norte y sus glaciares, pues implementa una de dos opciones, haz los presentes tu mismo, busca ideas en internet, en revistas o libros, pon a operar la ardilla de la cabeza como vulgarmente decimos. La otra opción nos la recordaba todo el tiempo la tele y la radio con la campaña de Profeco (Desconozco si siga vigente) “Regale afecto no lo compre” quien nos quiere bien nos quiere a nosotros no a las cosas que regalamos.