Consumismo es la religión de hoy. Televisión, radio, cine, internet, medios impresos, todos tienen una finalidad que es la de vender. Se venden servicios, experiencias, ropa, comida, artículos de lujo, prácticamente de todo; seguro si lo nombras es porque lo venden y con ello me refiero a todo. Esta es una de las razones por la que cada vez nos cuesta mas trabajo organizarnos en casa, oficina o negocio; el exceso de posesiones, pues se nos hace ver que necesitamos tener ciertas cosas para ser felices y mayormente compramos esa idea depositando en los objetos un valor por encima de su realidad.
Yo no voy a decirte que los objetos son solo eso, si lo quieres tomar por hecho perfecto de lo contrario nada pasa. Pero si me daré a la tarea de ilustrar un poco tres puntos base para definir que tanto necesitamos llenarnos de cosas y luego sufrir por no encontrarles acomodo.
Rentar. Considera que no todo lo que necesitamos en un momento determinado, lo necesitaremos con regularidad. Hoy tienes antojo de hacer una carne asada para la final de tu deporte favorito o porque quieres festejar tu cumpleaños, pero no cuentas ni con un gran jardín o patio donde poner un asador, vamos ni siquiera un anafre. Comprar uno realmente sería una necedad que te pondrá a cuestionarte después de la reunión donde poner ese armatoste. Renta el asador, hoy día se rentan un sin fin de cosas en ciertas empresas, como tablones, loza, brincolines, etc.; porque no buscas quién rente asadores, o mejor y mas conveniente alguno de tus conocidos podría prestarte uno y asunto resuelto, pero asegúrate de tratarlo como si no fuera tuyo para que lo trates mejor y lo devuelvas limpio e impecable, así te aseguras te lo vuelvan a prestar.
No comprar. Una actividad favorita en solitario o familiar se ha vuelto los paseos a los centros comerciales. Cada vez hay más, más grandes, más cerca, más especializados, más novedosos; pero su principio rector es el mismo, reunir negocios que desean vendernos productos o servicios. Se vuelve pues imperativo adquirir un recuerdito ya sea en forma de una falda de última moda, los zapatos más deliciosamente atractivos o la raqueta de grafito que será la envidia de Nadal y Federer. Eso es lo que nos dicta la lógica, si voy a un centro de compras debo de ir a comprar. Al regreso a casa aventamos todo por ahí para después ver si cabe en el ropero. Cambia un poco la actividad, sal, camina, disfruta, compra un helado y rétate a regresar a casa sin nada en las manos ni siquiera el ticket de algo que te enviarán a domicilio. Así no pelearas por empujar una bolsa llena de cosas en un clóset atascado de las cosas de la semana pasada. No es obligación regresar con algo. Si no puedes luchar contra la tentación, cambia tus salidas a museos, parques, o cualquier sitio que no ofrezca llenarte las manos de bolsas.
Pensar. Recapacita, no porque no gastes o compres; recapacita en el hecho de que si tu problema es la organización, llenarte de más ropa, zapato o posesiones no hará mas sencillo el problema de organizar. Mientras menos cosas se tienen menos cosas se necesitarán organizar. Especialmente no compres artículos para organizarte si aún no comprendes que la idea es sacar cosas de la ecuación no meter más variables en ella.