La energía es un bien del que podemos sentir sus efectos o padecer su ausencia. La energía es lo que nos lleva a navegar a lo largo del día cumpliendo las tareas pendientes; es el combustible que permite materializar obligaciones, deseos, diversiones e incluso descanso. Pero la energía no solo hay que entenderla como algo proveniente de las reacciones químicas producidas dentro de nuestro cuerpo; la energía también existe a nuestro alrededor con sus vibraciones que pueden provocar cambios de humor o todo tipo de afectaciones emocionales. La energía, a mi parecer es también susceptible en este caso de reorganizase, para ello platicaré una anécdota.
Una amiga querida tiene una casa de campo en las afueras de la ciudad, un lugar muy tranquilo que solía usar para escapar de la rutina los fines de semana. Esos fines de semana los pasaba junto con sus padres; en especial su papá disfrutaba mucho el sitio pues tenía tiempo para cuidar del jardín y de un árbol que había plantado. El hombre enfermó con el tiempo y desgraciadamente murió. Mi amiga siempre pensó que su padre en cierto modo habitaba de algún modo la casa, al menos su energía. Alrededor de cuatro años atrás hizo un viaje al extranjero y nos pidió cuidar de su perrita pues nosotros teníamos a una propia, le pedimos su casa para vacacionar pues en ese año no pudimos planear una vacación formal y la oportunidad servía para cumplir dos propósitos.
Mi amiga soltera e independiente con frecuencia prestaba la finca para que sus amistades hicieran fiestas o tomaran días de descanso; pero como suele suceder en estos casos a la gente le gusta el encaje y de muy anchas dimensiones. Devolvían la casa sin hacer al menos una limpieza ligera como cortesía a la atención recibida. Nunca he sido ingrato y durante la semana que estuve en su casa me tomé la libertad de limpiar a profundidad cada rincón de la casa e hice un reacomodo del mobiliario para que fuera más invitante. La energía de la casa comenzó a fluir de manera distinta.
Ese fue mi primer contacto con el mundo de la organización aplicado con alguien que no fuera yo mismo o mi casa, ahí mismo entendí que no solo las cosas se organizan, también las emociones, las energías, los recuerdos. No piensen mal, a mi amiga le dije qué pretendía hacer para ayudarla en el mantenimiento de su casa y de mis planes de organización, jamás organizaría ni un cajón de calcetines sin el consentimiento del propietario. Ella se nos unió al final de la semana en la finca para descansar de su viaje de tres semanas y atestiguar los cambios y mejoras a su refugio de descanso.
En sus propias palabras el aire de la casa se sentía ligero, nuevo y con esos pocos cambios cosméticos, de limpieza y reacomodo de mobiliario se sentía más atraída a usar su estancia cosa que en todos los años de tener esa casa la había usado un par de veces y desde que su padre murió ni una sola vez. La energía queda estancada como el agua en pozo, necesita movimiento para fluir, especialmente después de sucesos trágicos o desagradables; si bien dejamos un tiempo para que todo se apacigüe, es importante después de un tiempo destapar los flujos para que el positivismo crezca y se reproduzca sin quedarse estanco en vías de podrirse.
Debes reorganizar la energía que fluye en tu espacio, una simple limpieza profunda del hogar puede ser la solución; otra es hacer un acomodo de tu mobiliario de manera que sientas que se trata de muebles nuevos. A veces un color nuevo en las paredes, a veces un juego de cortinas, la idea es generar en el mismo espacio un sentimiento de renovación que haga que nuestra percepción de ese entorno esté revivificada poniendo un humor distinto a algo previamente conocido. Es importante pues, que siempre tomes en cuenta las emociones y sentimientos en la ecuación de la organización.