Yo solía ser de esos individuos que aborrecían los lunes, de hecho no solo los aborrecía, los odiaba con todo mi ser. Era tal mi desprecio por los lunes que desde el domingo a las 6 de la tarde empezaba un cambio en mi personalidad, me volvía un poco más neurótico, más voluble y más loco de lo habitual. Era casi insoportable estar conmigo mismo, han de imaginarse lo difícil que era para los demás siquiera osar con la idea de aproximarse a mi espacio vital. Esto se volvía más severo si por alguna razón económica o de tiempos no […]