Pesimistas, realistas y hasta optimistas nos quejamos, unos más veces otros más calladamente. Pero hay personas que hacen casi un estilo de vida de la queja. No digo que hagan su modus vivendi de quejarse, tampoco dudo que algunos lo consigan; me refiero a que sabiéndolo o no gozan de la atención que atraen poniéndose en el papel de tiernos corderos que sufren como Precious, el personaje de la película del mismo nombre. ¿Confundido verdad? No se trata de quejarse de la política como mal social, del precio internacional del petróleo o del terrible momento de inseguridad por el que […]