Hoy no quiero hablarles de organización. Al menos no de la organización de las cosas. En esta entrega quiero platicarles acerca de los propósitos en la vida. Por lo regular cuando escuchamos sobre propósito nos vamos irremediablemente a la imagen del año viejo cuando a punto de atragantarnos con las uvas bebiendo a la par un vino espumoso, prometemos a los cuatro puntos cardinales que bajaremos de peso, que estudiaremos inglés, que buscaremos otro trabajo o que dejaremos el cigarrillo. Esas pueden seguir siendo las mismas promesas vanas.
El propósito en la vida no es la promesa de una mejoría, es cobrar la conciencia de que todos sin excepción estamos llamados a desempeñar una tarea clave en nuestra comunidad. Algunos serán famosos, otros ricos, otros populares, muchos más no, eso en nada nos desvirtúa ni nos hace mejores o peores. El propósito real de vida consiste en la responsabilidad social que tenemos para con los demás, familia, vecinos, causas, animales, ecosistema.
Mi propósito en la vida es devolver a la comunidad un poco de lo que he recibido de ella, aportar trabajo o dinero dentro de mis posibilidades a causas en las que creo y de las cuales cada vez me informo más. Evitar el maltrato animal y pugnar por sus derechos; ser un consumidor responsable sabiendo que compro y que procedencia tienen esos productos; apoyar el civismo y los derechos humanos en sus diversas formas. Todos sin excepción podemos aportar granos de arena para forjar enormes playas de equidad en todos los sentidos, no necesitamos esperar ni milagros ni la acción gubernamental. El cambio somos todos.
Qué tal si ahora ves con otros ojos el propósito de tu vida. Este puede ser elusivo al principio, que aun teniéndolo frente a ti no lo reconozcas, pero a medida que cobres conciencia lo descifrarás. Grande o pequeño ese propósito en la vida nos define como personas de bien, de conciencia y de desarrollo personal.